miércoles, 5 de marzo de 2014

EL "¿AAAHH?" DE LOS SALTEÑOS

Hoy vamos a hablar de una costumbre salteña que por siempre fue motivo de muchos comentarios. Recuerdo que hace unos buenos años, las chapas patentes de los automóviles en la República Argentina eran como las actuales con registro alfa-numérico; pero con la diferencia de que tenían una sola letra y a continuación seis dígitos. Esto pasaba en todas las provincias, menos en Buenos Aires y en la Capital Federal, hoy llamada Ciudad Autónoma de Buenos Aires (C.A.B.A.)

Y como la provincia de Salta fue la primera en acogerse a esa normativa, le asignaron la letra “A”, a Buenos Aires la letra “B”, a Capital Federal la letra “C”, a Catamarca la “K”, a Jujuy la “Y”, a Formosa la “P” y así le fueron asignando una letra a cada provincia. De esta manera uno sabía si un automóvil era de Corrientes; Misiones o de Tierra del Fuego. Pero la picardía criolla afirmaba que a los “opas” de Salta, les había tocado la letra “A” por su costumbre de decir “¿Aaahh?” ante cualquier pregunta que nos sorprenda o no la hayamos escuchado bien…

Pero ni tratándonos de “opas” nos pudimos sacar esta costumbre hasta la fecha. Para quien no sea del norte argentino, aclaramos que “opa” significa tonto. Veamos un ejemplo del “¿Aaahh?” en una conversación salteña:

-A ver, decime chango… ¿cómo te llamás?
-¿Aaahh?
-¿Qué cómo te llamás?

El “¿Aaahh?” es una marca de nuestra salteñidad; pero… ¿de dónde vino esta costumbre? ¿Cuándo se nos pegó? ¿Es algo puramente salteño? ¿Es propio de nuestra cultura?

La respuesta la encontré de casualidad a miles de kilómetros de Salta, en la Universidad de La Florida (Gainesville-EE.UU.) Me hallaba en un aula del Instituto de Lengua Inglesa (E.L.I.), cuando un grupo numeroso de nuevos compañeros ingresaron conversando entre ellos en árabe. Eran estudiantes procedentes de Qatar. Por supuesto que del árabe nunca entendí nada. Jamás lo hablé y pocas veces había tenido oportunidad de escucharlo. Pero lo que sí me quedaba muy en claro y me sorprendía aún más, era que tanto ellos, como nosotros, los salteños, compartíamos la costumbre del “¿Aaahh?” Claramente se escuchaba como algunos preguntaban “¿Aaahh?” y su interlocutor le volvía a explicar lo que hablaba.

Le pregunté a un compañero saudí árabe quien compartía el idioma con los muchachos de Qatar, sobre el significado del “¿Aaahh?” en su lengua materna y me dijo que no tiene un significado, pero que es una costumbre musulmana para decir: “¿Qué?” Su respuesta era la misma que daríamos en Salta ante una similar pregunta.

Analizando esto, me lleva a suponer que nuestro “¿Aaahh?” no es tan salteño como creíamos. La inmigración en nuestro país, alentada por la llamada Generación del ’80 tuvo sus características con respecto a la distribución geográfica de los grupos llegados en masa a los puertos de Buenos Aires y de Rosario de Santa Fe. Sabemos que en el litoral mesopotámico, sobre todo en Misiones se asentaron los alemanes y polacos al igual que en el sur de Buenos Aires, Neuquén y Río Negro; el grueso de los italianos y españoles, en la pampa húmeda. Con respecto a los musulmanes (Sirios, Libaneses, etc), la gran mayoría se distribuyeron en las provincias del norte (Salta, Jujuy y Tucumán).

Estos nuevos argentinos, no solo nos legaron sus conocimientos, el amor a la tierra y al trabajo, su sacrificio y el progreso cotidiano, comidas que las creemos típicas de nuestro país, como la tripa rellena, los “niños envueltos”, el cupi crudo o cocido, el quipe y tantos otros; sino también nos dejaron marcas culturales como la que tratamos en este artículo y que nosotros las vamos desentrañando. Es por eso que no solo incluimos en nuestro idioma español palabras tales como almohada, alambre, alguacil, alcalde y tantas otras más, sino que también importamos modismos lingüísticos como nuestro querido y muy salteño: “¿Aaahh?”

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