viernes, 4 de diciembre de 2009

JULIO SANTOS ESPINOSA: CARPINTERO, MUSICO Y ESCRITOR SALTEÑO

Envío del doctor José Antonio Gutiérrez desde Salta. Miércoles 06-05-2009. Recopilación de NIDIA ORBEA ÁLVAREZ DE FONTANINI nidiaorbea@hotmail.com SEPA (Servicio de Educación Por el Arte) contacto@sepaargentina.com.ar

Les hago llegar este artículo que escribieran del amigo, músico, escritor, carpintero y buen amigo, aún conservo una mesa frailera, y los bancos que uso en mi comedor, no sabía música pero alguien de sus amistades, le escribía, mientras el tarareaba. Muy joven ya había escrito la vidala que lo llevó “al estrellato” y viajó a Bs. As. Lamentablemente regresó enfermo y fue su Sra. la que me pidió que lo hiciera atender con algún médico que lo sacara del vicio, lo internaron en el hospital pero el vicio lo llevaba a abandonar el hospital y terminó sus días en el neurosiquiátrico. En una oportunidad llegó Atahualpa Yupanky a Salta y lo invitaron a un asado que un grupo de amigos hacía los viernes, allí estaba Julio, y Yupanky no sabía, de sobremesa el interprete sacó su guitarra y entre las canciones, tocó la vidala, más o menos recuerdo que dijo que él únicamente interpretaba canciones de su autoría pero que esa vidala la tenía incluida en su repertorio.
Les saludo José Antonio

Es las páginas ARGENTINA – Pueblo a Pueblo II, publicaron varias notas elaboradas por el doctor José Antonio Gutiérrez y entre ellas, una titulada Centenaria Institución Salteña refiriéndose a obras del Centro Argentino de Socorros Mutuos y destacando que el 24 de junio de 1917 fue inaugurada “la Biblioteca Popular: ‘Gral. Bartolomé Mitre’, cubriendo una necesidad barrial”. Destacó luego: “En los años que visitaba el Centro, a esta biblioteca concurrían lectores como Julio Espinosa (autor de Vidala para mi sombra), Jacobo Regen (joven escritor salteño), José Ríos (ocupó la presidencia del Centro y es autor de numerosas letras folklóricas) y no puedo dejar de lado a un ilustre vecino: el ‘Barba’ Manuel J. Castilla.”

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Julio Santos Espinosa: 63 años de profecías y misterio.  Por Jaro Godoy. *

Julio Santos Espinosa (1º de noviembre de 1928-2 de julio de 1989) nació en Salta, cuando un noviembre encendido, se queda para alumbrar el nacimiento de quien seria el hijo predilecto de las musas del territorio salteño, aunque la vida injusta se encargo de sembrar las semillas del olvido, sobre la árida tierra de muchos de sus comprovincianos, las alas inmortales de sus poemas y canciones redimieron tanto olvido y se quedaron para siempre habitando el inconsciente de su gente, aún hoy muchos silban sus canciones sin saber muy bien quien fue su autor.

“Y dónde otro país para esta sombra que los muros y la propia tierra, viniendo conmigo con las lámparas indecisas de la infancia y los corredores de la casa vieja, arrinconarse junto a mí sin preguntarme nunca, cuánto dura este tiempo de estar oyendo los relojes que ensayan el rumbo de mi sombra hasta la última muerte”.

El primer soplo de sombra helada penetra en su alma y bebe de ellas como el elixir que le daría por siempre una nueva vida marcada por las fronteras de los caminos espirituales.

La sangre azul de la poesía corría por sus venas, alimentando su alma de arcanos misterios y sondeaba el corazón de la noche como su propio dueño.

Donde las sombras se rebelan y el olvido tiembla con alas nuevas, donde se esconden las almas y se renuevan los profetas, en el pasaje de sombras con olor a madera nueva, fue gestando una vida que marcaría por siempre sus 63 años de profecías y misterio.

Nace en Salta un olvidado 1º de noviembre, de chico pasa sus días, mirando el lento transcurrir de los hijos de Güemes, va forjando su porvenir entre el olor nuevo del papel y las letras, apuntalando los maderos que sustentarían al gran poeta que empezaba a despuntar mediante escritos que luego se perderían en el humo del tiempo.

Sus siestas pasan en un conventillo de la calle Alvarado al 200, recuerdos que plasmara años mas tarde en el libro “El hombre de barro”, donde reina la felicidad de sus primeros años.

Escribió mucho y se mostró poco, quedan las cenizas de algunos de sus temas, hay otros que trascendieron más allá de las fronteras imaginables, “Pollera de septiembre”, “Anillo de humo”, “Pañuelo de amor”, “Tata Iguazú” (canción Litoraleña) y “Canción para Federico”, sin olvidar su tema más logrado, un tema que mezcla la metafísica, a mitología que ronda las costumbres de un pueblo y que se desliza en sus letras un dejo de pudor típico de gente de alas elevadas.

“A veces sigo a mi sombra a veces viene detrás pobrecita si me muero con quién va a andar. No es que se vuelque mi vino, lo derramo de intención mi sombra bebe y la vida es de los dos.”

Sumido en la pobreza aprendió de joven el arte de trabajar la madera, cincelaba el espíritu del tronco con la ardiente paciencia de quien acaricia una bella poesía, sus entradas y salidas del hospital empezaron su danza macabra, ya el diablo del vino se mezclaba entre los burdeles paganos que ardían en su cabeza, el libro de la noche abría sus hojas para bordar su nombre en luciérnagas de tristes colores.

* Jaro Godoy nació el 27 de julio de 1968 en Mar del Plata (General Pueyrredón, provincia de Buenos Aires). Poeta, periodista y escritor. Dedicado a estudios sobre Folklore y Literatura Salteña. Invitado en distintas circunstancias para referirse a la vida y obra de Manuel J. Castilla, Gustavo Leguizamón, Juan Carlos Dávalos, Julio Santos Espinosa… Publicó su primer libro El lenguaje del viento en enero de 1995, al año siguiente Poemas amarillos; Rituales de amor (1998), La Espada del silencio (2003). Sus obras fueron publicadas en revistas, diarios y antologías; algunas fueron traducidas al inglés y al portugués e incluidas en Antologías. Miembro de la SADE Atlántica (Sociedad Argentina de Escritores) e integrante de Comisión Directiva. Conductor del programa radial América en Movimiento desde Salta 21 (FM Noticias, 88.1). Reflexivo ante sucesivas modificaciones en las expresiones folklóricas del noroeste argentino. Oportuno y coherente, al señalar las características de algunos grupos que generan evidentes discriminaciones en el contexto cultural argentino.

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Anécdotas

Dicen que cuando compuso su “vidala para mi sombra” a los veintisiete años ya miraba de otra manera, ya sé perdía buscando aquel horizonte fantástico donde bailan desnudas las vírgenes de la poesía.

Que Juan Carlos Dávalos le dijo en el año 55 que la vidala estaba predestinada por desconocidos designios ha convertirse en popularmente universal, y así sería nomás, ya que según los registros no tan precisos de Sadaic, la vidala de Espinosa como la llaman algunos es el segundo tema Argentino más grabado ya que arriba está “La cumparsita” y sigue de cerca “El día que me quieras”.

Que él no se la dio a Atahualpa Yupanqui contradiciendo en esto el rumor popular y que cuando la escucho por éste solo atino a decir que no lo convencía del todo la interpretación.

Dicen que su eterno romance con la muerte lo llevo de mano en mano de canción en canción, “Todas mis canciones tienen una señal muy triste, siempre terminan en muerte”. Dicen que Castilla solía corregirle los versos entre vino y vino, y la eterna broma que se repetía, “Este Julito se no va para arriba en cualquier momento”.

Casi todo artista folklórico hizo uso y abuso de tan delicado tema y esto se expandió al rock nacional multiplicando las grabaciones y se sumaron artistas internacionales que pusieron sus voces en esta vidala, algunos con más acercamiento espiritual que otros.

La sombra final

No podía ser de otra manera, tenía que irse en las alas del mismo silencio que lo vio llegar, acobardado por el aire enrarecido del hospital Christofredo Jacob que espantaban las musas de este inigualable creador Salteño, sabía de la música que le gusta a la muerte, sabía de su indiferente impaciencia, sabía que la poesía nunca termina en olvido, cruza los puentes reinventándose cada día, en un silbido de gorrión o en la plaza donde muere un beso apasionado, será por eso que cuando murió se paralizaron las diosas y en delicada armonía despidieron al cantor del pueblo.

Como un Orfeo de cristal nuestro poeta supo desviar los cursos naturales de las palabras y llevarlas hasta el altar mismo de la belleza, descifro el canto encendido de las sirenas y comando la gran caravana de antorchas dispuestas al hechizo.

Espíritu errante de sublime alas nos dejó como un manto divino el mantra sagrado de su pluma, de sus palabras quebradas, esa fibra invisible que nos ensambla a la danza nocturna de los ángeles...

Dicen que cuando murió, aquella tarde apurada, en Salta aparecían las primeras estrellas, y en la televisión empezaba “División Miami” cita obligatoria para muchos Salteños ya que era el único canal que contaban y como Dios ya lo había acomodado muy cerca suyo, quiso darle la justa despedida que merecía tan alto poeta, en aquel viejo capítulo de la serie al entrar en un burdel los protagonistas conversan con el soplón de turno, mientras atrás de ellos, siete mariachis entonan la “Vidala para mi sombra” de Julio Santo Espinosa, el poeta dejaba su tierra entre vítores y alabanzas mientras su sombra se dormía para siempre en el lento ritual de un doloroso adiós.

Noches blancas, astillándose, contra la sangre del horizonte de un vino, de aquel vino fantasmal que se apoderó de todas las sombras, mientras la tinta de su alma, lloraba en silencio por una melodía desconfiada que no volvería a ver, el tímido corazón de una guitarra, que callaba para siempre, dormida en la letanía de un ardido poeta.

Y tal vez deseas quedarte y no me quieras seguir pero, a quién has de arrimarte ¡me tienes tan sólo a mí! Achatadita y callada dónde podrás encontrar una sombra compañera que sufra igual. Sombrita cuidame mucho lo que tengas que dejar cuando me moje hasta adentro la oscuridad”.

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Vidala para mi sombra

Por Julio Santos Espinosa (Salta, 1928-1989)

A veces sigo mi sombra
a veces viene detrás
pobrecita si me muero
con quien va a andar.

Achatadita y callada
donde podrás encontrar
una sombra compañera
que siga igual.

A veces sigo mi sombra
a veces viene detrás
pobrecita si me muero
con quien va a andar.

No es que se vuelque mi vino
lo derramo de intención
mi sombra bebe y la vida
es de los dos.

Sombrita cuidame mucho
lo que tenga que dejar
cuando me moje hasta adentro
la oscuridad.

A veces sigo mi sombra
a veces viene detrás
pobrecita si me muero
con quien va a andar

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“Pañuelo de amor”

Zamba – Por Julio Santos Espinosa.

Prendido de una traba
tu pañuelito secándose
me llamaba diciendo
me duele mucho, despréndeme.
Que tendrá tu pañuelo
niña de Salta, que yo no sé
si está el tuyo y el mío
tan empapados de padecer.

No quiero que lo traigas
cuando me vengas a despedir
soy como tu pañuelo
viendo tu llanto no he de partir.

Palomita trampeada
tu pañuelito volando fue
andate palomita
nuestro cariño no puede ser.
No sé si en tu pañuelo
mi llanto de hombre pueda caber
cuanto llanto que cabe
en el pañuelo de una mujer.

No quiero que lo traigas
cuando me vengas a despedir
soy como tu pañuelo
viendo tu llanto no he de partir.

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“Julio Espinosa en el recuerdo”  Por Luis Andolfi *

Para recordar a Julio Espinosa no hace falta preguntar cómo era. Su imagen está en el aire y en las cosas de la ciudad, en su música y en sus coplas. Está en las noches y en las madrugadas, en el perfume de las maderas que habitaban su taller.

Espinosa le cantó a todo lo que existe, y creó formas para que los demás hombres cantaran con él.

Cuando la ciudad era una aldea (ayer, no más), Julio la recorría con su guitarra y con su bohemia, y se demoraba en sus esquinas y bares asiendo fantasmas y decires del pueblo.

Fue compositor, poeta y cantor, y nos legó obras inolvidables como “Pañuelo de amor”, “Pollera de septiembre”, “Anillo de humo”, “Pollerita colorada”, y muchas más, hasta llegar a la cima: “Vidala para mi sombra”, genuina e insoslayable expresión de sus días, anticipado duelo amoroso.

Dije alguna vez, a poco de morir el artista, que “Vidala para mi sombra” tenía destino propio. Mientras su autor permanecía en la pobreza, casi anónimo, solo y enfermo, la vidala alcanzó el reconocimiento internacional.

Grandes músicos, como Eduardo Falú y Atahualpa Yupanqui la interpretaron, floreándose. También fue elegida como fondo de películas estadounidenses, y era asunto de estudio en universidades europeas.

Julio Espinosa, además, incursionó en la narrativa. Y dejó un volumen de cuentos, “El hombre de barro”, como un juego más de sus inquietudes.

En la copla -esa herencia española que tan hondo enraizó entre nosotros-, Espinosa halló espacio para su vuelo.

Ese hombrazo que fue, de modales finos y pausados, se ganaba la vida (aunque la vida le ganó al final), construyendo pupitres, bibliotecas, camas, sillas y ventanas. Y en su taller, que muchas veces quedaba abandonado, solía descubrirnos los duendes de su espíritu entre los juguetes que imaginaba para sus hijos, mientras su guitarra aguardaba, paciente y confiada, su regreso.

Y al cabo, Julio se consumió en soledad y en olvido, en la sed que le imponían los que tantas veces bebieron su vino, en la ingratitud de los que él alegró siempre.

Una tarde de julio de 1989 calló su canto, mientras las cosas y seres de sus sueños se esfumaban entre las cenizas de una carpintería que había muerto mucho antes.

* Luis Andolfi, nació en Salta en 1939. Dirigió el Suplemento Literario del diario “El Intransigente” de Salta. Editorialista y autor de notas literarias, semblanzas de artistas y destacadas personalidades salteñas. Título de obras publicadas: Canciones a Rosalía - El pan que se ha caído - Oda al ocio - Del agua oscura remotamente clara- Antología El agua que más vale. Seleccionado su cuento La aventura, incluido en el libro “Cuentos Semana de Salta”. (Información en el Portal Informativo de Salta.)

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Interpretación coral de “VIDALA PARA MI SOMBRA”
Versión Coral: Eduardo Vallejo.
Quien disponga de la tecnología necesaria, podrá indicar en “Google” la siguiente trayectoria y escuchar una original interpretación desde “Recurso Coral-Cantoría Lugano”…

http://64.233.163.132/search?q=cache:2Z_NQ7KkIhMJ:www.recursocoral.com.ar/modules/x_movie/x_movie_view.php%3Fcid%3D1%26lid%3D86+%22Vidala+para+mi+sombra%22&cd=7&hl=es&ct=clnk&gl=ar

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En el suplemento “Radar” de Página 12, el domingo 19 de abril de 2009 publicaron una nota de Chacho Echenique (integrante del Dúo Salteño junto a Patricio Jiménez) y es oportuno reiterar algunos párrafos:

Hay una vidala del compositor salteño Julio Espinoza, (sic) “Vidala para mi sombra”, que siempre recuerdo y me acompaña desde mi adolescencia.

La escuché gracias a la mano de algún duende que me llevó al Centro Argentino en Salta. Allí, después de un asado, cantaba Julio Espinoza, que convocaba con su voz, su magia, su poesía y su guitarra a todos los amigos para esos silencios sin aplausos.

Por primera vez me encontré con mi sombra y ahí aprendí a acariciar el tiempo, reconociendo huellas, silencios, demoras...

En esos tiempos mi única ilusión estaba puesta en buscar alguna perspectiva de subsistencia a través del deporte. Jugaba al fútbol en Juventud Antoniana, sin imaginar que años más tarde llegaría a Buenos Aires en un tren a Retiro para integrarme en la Primera División del Club Atlético Lanús. Luego me compró San Lorenzo de Almagro y en ese trajín de la gran ciudad, una guitarra que me regaló mi abuela me acompañó en las largas horas de concentración y soledad con esta “Vidala para mi sombra” y otros temas que cantaba en esos años.

Venía de una infancia de incertidumbre y pobreza, lejos de escuelas y universidades, traía esa necesidad de triunfar para “forjarme un porvenir económico y casarme como Dios manda...”

Esta ilusión fue propia de esa época. /…/ Ese romanticismo frustrado que han padecido muchos de mi generación, posiblemente nos condujo a laberintos de los que cada uno tuvo que salir de alguna forma. Muchos lo hicieron a través de la poesía, la música y todas las expresiones del arte. A mí me llevó coplas como: “De arriba vive lo verde/ del medio la rama dura/ de abajo son las raíces/ por donde nace la altura”. O: “La muerte es descanso ciego/ que se llena de osamenta/ y sólo sirve de abono/ cuando se queda en la tierra”. O las de esta “Vidala para mi sombra”.

Volviendo a Espinoza, este poeta que además era carpintero, querido por algunos e ignorado por otros, murió en un hospital neuropsiquiátrico, preguntando qué le había dejado la vida. La Salta de antes, como la de ahora, dividida en intereses económicos y sociales, se olvidó de su sombra. Menos mal que quedarán siempre esas voces que siguen a su sombra, develando misterios que aquellos dioses escondieron y que aún estamos buscando.

Aquí, la “Vidala para mi sombra” compuesta por el salteño Chacho Echenique y en esta transcripción escribo con “cursiva” los versos de la original de Julio Santos Espinosa:

Y dónde otro país
para esta sombra
que los muros y la propia tierra,
viniendo conmigo con las lámparas
indecisas de la infancia
y los corredores de la casa vieja,
arrinconarse junto a mí
sin preguntarme nunca,
cuánto dura este tiempo
de estar oyendo los relojes
que ensayan el rumbo
de mi sombra hasta la última muerte.
A veces sigo a mi sombra
a veces viene detrás,
pobrecita si me muero
con quién va a andar.
No es que se vuelque mi vino,
lo derramo de intención,
mi sombra bebe y la vida
es de los dos.
Y tal vez deseas quedarte
y no me quieras seguir,
pero a quién has de arrimarte
me tienes tan sólo a mí
Achatadita y callada,
dónde podrás encontrar
una sombra compañera
que siga igual.
Sombrita cuidame mucho
lo que tenga que dejar,
cuando me moje hasta adentro
la oscuridad.

Respetuoso HOMENAJE.

NIDIA ORBEA ÁLVAREZ DE FONTANINI
Santa Fe de la Vera Cruz.
República Argentina.

JOSE ANTONIO GUTIERREZ

Navegando en la web -lo digo tan sencillo y sorondo, como si fuera un marinero cibernético y apenas me muevo en estas aguas- decía, encontré una carta publicada en el Diario El Clarín de Buenos Aires que tocaba temas de nuestra querida tierra salteña y, sobre todo, de la ciudad al pie del San Bernardo -cerro querido pero poco homenajeado por poetas y músicos- Este artículo, pintaba a grandes trazos el siglo que hace ya casi una década nos dejara; la pluma ágil y memoriosa de este ex alumno de la escuela Justo José de Urquiza, claustro de las primeras letras de varios distinguidos de nuestra ciudad, me llevó a reflexionar como los usos y costumbres cambian, se misturan o desaparecen completamente.

El dueño de estas palabras que despertaron comentarios en todo los rincones, incluso se leía lo escrito por el conocido "Bocha" Urquiza -que siempre me preguntaban: ¿Qué sos del "Bocha"? y yo decía no soy nada; aunque siempre me preguntaba ¿cómo puede ser tan recordada una persona que se fuera hace tanto tiempo?- Bien, decía que el dueño de estas palabras era don José Antonio Gutiérrez...

Le escribí a Gutiérrez solicitando su autorización para publicar en el blog esa carta escrita en el querido barrio de Palermo (B. Aires), aclarándole que si realmente no eran sus deseos de acceder a mi pedido, le pedía disculpas por las molestias, quedando a su disposición para cuestiones similares. Su respuesta no tardó en llegar, me dijo:

"Estoy sorprendido por su pedido por cuanto las notas publicadas fueron escritas con el interés de que se conozca La SALTA que viví y que me permitió contactactarme con un gran número de argentinos de diversos lugares. Hasta tuve entrevistas radiales, por Radio Continental y otras entre las que se cuentan a la de San Nicolas y de Córdoba. También coseché elogios de gente muy importante, como la Sra. Rita GERBAUDO de Jovita (Córdoba), o la Sra. Nidia ORBEA de FONTANINI de la ciudad de Santa Fé. cuyos antecedentes los puede ver en Google. Y llegamos al día de hoy, donde Ud. me solicita autorización para publicar. Es para mí una distinción ,que agradezco el que me haya tenido en cuenta. Desde ya agradezco su pedido y quedo a su disposición.  Soy bioquimico de profesión y deseo que conozcan a una salteña residente en Buenos Aires: Lidia CARRIZO, escritora y nieta de un músico de la época del "Fiero" ARIAS; como así a otra poetisa de Gonet (La Plata), admiradora de nuestro poeta CASTILLA y compositora junto a Nito NEBIA: Cecilia NELLA, no es familiar del escitor. atte. JAG"


Le agradecemos a don José Antonio Gutiérrez y le damos la bienvenida a Salta, Nuestra Cultura...

EN PALERMO ME ACORDE DE SALTA Y DEL SIGLO QUE SE IBA

Este borrador lo escribí en la Capital Federal, una tarde de 3l de diciembre, cuando íbamos dejando el siglo XX para entrar al XXI. Por motivos familiares, nos trasladamos a la Ciudad de Buenos Aires, a festejar este cambio de siglo y nos instalamos en el barrio de Palermo Viejo. Llegó el 31 de diciembre y en un atardecer caliente comencé a caminar por esas callecitas de Buenos Aires, que tienen un no sé que.. (como dice el tango) y enfilé por Avenida Del Libertador hasta llegar a Sarmiento, frente al monumento a Los Españoles. Cansado de tanto andar, me senté en la pared que sostiene la verja del Zoológico y en esta improvisada platea me quedé pensando y tratando de hacer un resumen de lo que viví, de lo que pasó, y de lo que se iba con el siglo XX.


Mientras iba despidiendo el año, recordaba mi niñez en la escuela primaria, mi querida Escuela Urquiza de la ciudad de Salta, dibujando palotes en un cuaderno de cuadrícula inclinada, para continuar por la cuadrícula vertical, pasando luego por la doble raya, hasta llegar al vigente rayado. Con curvas y palotes fui armando mis primeras palabras, que no podían ser otras que Mamá y Papá, para continuar con ala, oso, mesa, tiza, casa, con letra de carta y con letra de imprenta, y con agudos alaridos en un coro de voces infantiles repetíamos las palabras escritas en el pizarrón y que la maestra nos indicaba con un puntero: ALA CON LETRA DE CARTA, ALA CON LETRA DE IMPRENTA, como deseando ser escuchados en todo el valle de Lerma. Con maíces, porotos o botones que llevábamos en una bolsita de fabricación casera y alternando con aquel contador de bolitas de colores, iniciábamos tareas contables para sumar y restar. Con el correr de los años, incorporamos las letras mayúsculas, letras góticas, números romanos y las manchas de tinta en las manos y el almidonado guardapolvo blanco, que con tanto esmero planchaban las madres, con aquella humeante plancha metálica alimentada con carbón. Aún la recuerdo a mi madre soplando de a ratos la plancha, para que no se apagaran las brasas y la veo humedeciendo uno de sus dedos para tener una idea de la temperatura de este artefacto, que en algunos hogares hoy es adorno. Dificulto que niños de mi generación, no se enchastraran en esta tarea escolar del uso de la lapicera con pluma metálica y el tinterito que tenía por soporte la caja de polvos que había usado la mamá y un “ponchito” de tela que le ponían a fin de que descargaran el exceso de tinta antes de escribir.

A pocos metros de “mi segundo hogar”, la escuela, estaba mi primer hogar, donde mi padre tenía su negocio, almacén y bar. Una esquina, que para la época, funcionaba como terminal de los ómnibus que iban a los pueblos vecinos. Por una circunstancia especial, aquel almacén tuvo clientes que les llamaríamos “vip”. En la década del 40 se filmaba una película que hasta el día de hoy es famosa, por muchos motivos, pero quiero recordar a sus actores que en horas de la mañana venían desde su alojamiento en un hotel céntrico, distante a una cuadra y casi siempre entraban en el negocio para hacer alguna comprita, y ante la curiosidad nuestra, mi padre nos comentó que esos señores estaban filmando una película que se llamó “La Guerra Gaucha”. Hoy tan solo recuerdo a Don Enrique Muiño, pero sus acompañantes eran nada más ni nada menos que Francisco Petrone, Sebastián Chiola, Angel Magaña y su director Lucas Demare. Pasaban por el boliche, porque enfrente estaba el Comando Militar y desde allí los transportaban a una finca cercana, donde filmaban. Otro cliente “vip”, quizás en aquellos años no sería tan famoso, fue Don Atahualpa Yupanqui, que en horas de la tarde entraba al negocio junto con su guitarra, para seguir rumbo a la única radio que tenía Salta, donde él actuaba.

Alternando las horas de clase con sus descansos y vacaciones, teníamos nuestros juegos de muy bajo costo que vale la pena recordar: la payana (con piedritas), el tilín campana, saltar a la soga, la escondida, el balero (de madera o con una latita de picadillo), el rango, las bolillas, el trompo, la cometa, la pelota de trapo, el auto de carrera fabricado con latas de aceite, las tapitas (con cajitas de fósforos y con las tapas de cartón encerado de las botellas de leche), larga es la lista. Poco a poco, fue llegando la industria del juguete: el tren eléctrico, el mecano, el manomóvil, los patines, el triciclo, la bicicleta, el monopatín, los soldaditos de plomo y aquella muñequita de trapo, de fabricación casera, con su ropita artesanal y que pintaban las mamás, fue reemplazada por Marilú (por ahí quedan algunas “vivientes”, que en sus mocedades, las madres como sinónimo de muñequita les pusieron Marilú – y así están) y quedaron para la historia del juguete, o en la repisa de alguna abuela cuidadosa que aún la tiene sentadita junto a su bebote de carey. El consumismo reemplazó a Marilú por la Barbie, con su costoso vestuario y accesorios, los patines por los rollers, la bicicleta por las todoterreno.

Los deportes se fueron sumando con éxitos dispares, al fútbol de Titonel y Alberti o Salomón que las oficiaban de bacs, de Rodolfi centrojá, de Lángara centrofobal, les fui perdiendo sus posiciones, sólo sé que el hombrecito que está debajo de los tres palos se llama arquero, quiero que alguien me diga que es el stopper. El boxeo sigue igual, el mismo lenguaje: cros, apercat, hubo campeones nacionales y mundiales como Pascual Pérez, Carlos Monzón y sigue la serie. El ciclismo continúa su pedaleo; en nuestros pagos, hubo carreras en rutas donde participaron figuras nacionales: Sevillano, Bertola y otros, en la Vuelta del Norte – en varias etapas - La doble Jujuy, La Cafayateña, o en las 12 horas a la Americana, en una pista ya desaparecida, o la Clásica 1º de mayo que a través de los años, ya está en el calendario internacional. Al Basquet lo recuerdo con el campeonato donde un Señor Furlong fue figura destacada, hoy veo que sigue en ascenso. Al Rugby no le presté mucha atención, sólo sé que existen Los Pumas, lo mismo que al softbol, béisbol, hockey, polo, bochas o natación, que perdió su waterpolo, una especie de básquet acuático con arquero. De mi adolescencia recuerdo con gran emoción, aquella carrera de autos en ruta: la Buenos Aires- Caracas. Partían de la Capital Federal a la cero hora y llegaban a nuestra ciudad pasado el mediodía, por caminos polvorientos y en autos preparados por habilidosos mecánicos argentinos. Esta competencia paralizaba la actividad salteña, mis coterráneos con “la oreja” pegada a la radio del “ojo mágico” y con el relato de Luis Elías Sojit seguían a los punteros, que al llegar a localidades cercanas a la ciudad nos llevaron a tomar ubicación en “el portezuelo” -la entrada a Salta- y ver pasar a Fangio, los hermanos Gálvez, Marimón, y hasta un “pollo” salteño el Doctor Mesples. Suponíamos que eran ellos, porque el barro y el polvo cubrían los autos. Descansaban en Salta, primera etapa, hoteles y talleres se llenaban de curiosos por ver a los ídolos. Luego, seguirían a La Paz -Bolivia- pasando por Jujuy. Nuevamente los salteños amontonados en la madrugada de la partida. Partieron y nunca más se repitió esta carrera. Poco a poco aquellas simpáticas “cupecitas” desaparecieron de las rutas argentinas y las carreras se trasladaron a las improvisadas pistas, circuitos callejeros, la de Retiro, Mar del Plata, o la del Parque Independencia en Rosario. Es aquí, cuando llegan los “monstruos” del automovilismo europeo: Luigi Villoresi, Aquile Varsi, Giuseppe Farina, y aparecen en escena aquellos intrépidos de las rutas argentinas, Fangio, Gálvez, González y terminando este siglo Reuteman. Y voy dejando lo poco que memorizo de deportes para cerrar con aquella Telefoto que publicaron la tapa de los diarios con la figura de Delfo Cabrera, ganador de la Maratón en las Olimpíadas de Londres.

Desde aquella histórica telefoto, el mundo se nos acerca rápidamente, hasta llegar a la TV de nuestros días, y comenzamos a incorporar una catarata de palabras raras : windo, maus, escáner, bafle, ecualizador, longpley, compac, casette, etcétera. La electrónica también nos trajo adelantos muy importantes para la ciencia y las comunicaciones: electrocardiograma, densitometría, tomografía, ecografía y muchas “grafías “ más.

Hablando de vehículos motorizados, recordaba mis viajes a Tucumán en aquellos ómnibus que llevaban el equipaje en el techo y lo cubrían con lona por la dudas lloviera, y pasamos al bus cama, el leyton; la vuatiré pasó a ser cupé, apareció el yip, la 4 x 4, el unimoc, y al viejo y querido tranvía, lo reemplazó el troleybus. Hoy si queremos viajar en el tranvía iremos a Puerto Madero, pero no será igual al que me transportaba en Tucumán con sus asientos de tablas. El tren fue otro “difunto” en esta zona y quedan rieles cubiertos de yuyos, y postes de aquel viejo telégrafo que el jefe usaba para transmitir el paso del convoy. Aquel ferroviario hoy estará jugando con sus nietos, con el tiqui – tiqui – taca del alfabeto morse, y el telegrafista del correo ya no enviará “los telegramas de lujo” para el casamiento de pariente o felicitando en el cumpleaños al amigo. Con aquel tren se fue también el cochemotor que era una “oruga metálica plateada” en que viajaban, estudiantes y maestros a los pueblos vecinos. En la década del cuarenta, nuestros comprovincianos ya utilizaban el avión comercial, una línea aérea que se llamaba Panagra, que iba hasta Lima, y nuevamente otras palabras se incorporaron a nuestro lenguaje: azafata, bisness clas, catering. Los viajes en barco quedaron para los pudientes o para aquellos que retornaban a visitar a sus parientes en Europa, los de tierra adentro recordamos a esos enormes paquebotes en las películas. El apuro nos llevó al boing, al yumbo o al veloz avión francés ya desaparecido.

El fiao del almacenero, en la libreta de tapa de hule negro, quedó de lado cuando se empezó a hablar de cuenta corriente, tarjeta de crédito y débito. Del ventilador de techo – al que volvimos – pasamos al aire acondicionado, “del maestro panadero” al horno rotativo, del teléfono con manija, al celular. Viper, radiollamada, fax, se fueron sumando para comunicarnos hasta que llegó el mail, y el tiempo se llevó el telegrama y a la operadora que nos daba línea para larga distancia .La onda corta y larga partieron al llegar el satélite y la AM y FM. Ahora lo grande es mega y lo chico es mini, lo muy grande hiper y el mercado es market o shopping. El viejo cabaret quedó en la penumbra, con sus gorditas de descoloridos trajes brillosos, rotas lentejuelas y mostacillas, sus traposas portaligas y “corridas” medias negras, es que surgió la competencia, primero fue la buat que en poco tiempo se convirtió en la disco y terminó en boliche.

Aquel señor tan distinguido, luciendo su siempre bien planchado traje oscuro y sobretodo en días de invierno, que alternaba con otro abrigo que llamaban perramus, lo fue llevando el tiempo, hoy parece volver, sobre todo en los funcionarios, letrados o gerentes. Pero fueron abandonando el sombrero que debía estar a tono con el traje. Al llegar el verano, el traje blanco de hilo debía ser acompañado por el sombrero de Panamá o el “rancho y paja”. A estos señores los calificaban como gentleman. El atuendo no terminaba en el traje y el sombrero, se sumaban anchos tiradores, y ligas para sujetar las medias hasta que llegó el strich, camisas con endurecidos cuellos y puños acartonados por el almidón permitían al doble ojal lucir gemelos con iniciales del portador. A veces, al pasar por una céntrica esquina de mi Salta querida, imagino al sastre que estaba sentadito en la puerta de su negocio, la cinta métrica envolviendo su cuello, en uno de sus brazos una almohadilla cubierta de alfileres, y sobre sus piernas una prenda llena de hilvanes, con la compañía de aquella figura descabezada y sin brazos que llamaban “manequín”. Estos artesanos de las prendas masculinas, fueron desapareciendo con la industria del vestido. De política mejor no hablar, dejo para los entendidos y los historiadores este capítulo.

Ya la tarde se fue y dos raros animalitos, huéspedes del Zoológico, por su curiosidad, me hicieron compañía y partieron a su cucha (parecen liebres, pero no lo son). Despidiéndome de estos raros bichos que caminan, vi pasar a jóvenes de este siglo que se va, y no le temen al peligro, montados en este artefacto de dos ruedas que le llaman enduro, mientras veloces conductores presurosos por despedir al año, buscan llegar a sus hogares.

Estaba anocheciendo, e iba dejando la improvisada platea y un año más . Los niños de esta década, pronto serán del siglo pasado y si “duramos” seré del pasado siglo.

Como salteño que soy, mientras caminaba por Libertador, emprendí el regreso al hogar, a ratos tarareando y a ratos silbando aquella zamba que escribiera Jaime Dávalos: “Busco al fondo de la calle un cerro pero encuentro un cielo y nada más...”

JOSÉ ANTONIO GUTIERREZ (Salta)

jueves, 3 de diciembre de 2009

DOCTOR PABLO MESPLES – EL CABALLERO DEL CAMINO

Su nombre está ligado a la Época de Oro del Automovilismo Argentino, lo llamaban “El Caballero del Camino”, porque este salteño nacido en General Güemes, (según la fuente consultada), era capaz de parar en medio de la competencia, sobre las polvorientas rutas argentinas y sudamericanas, para socorrer a los otros competidores, tanto en su calidad de médico, como mecánico conocedor de los vehículos que peleaban por un lugar en el podio o, simplemente, para remolcarlos hasta un lugar seguro. Esto de no aferrarse al vértigo que produce el éxito, bien le valió el respeto y la amistad de todos sus compañeros.


Mesples corría los grandes premios a bordo de su Ford 1938. En una entrevista, en el año 1968, concedida a periodistas del Diario El Tribuno de Salta, en su casa de calle Rivadavia 757 de nuestra ciudad, el Caballero del Camino recordaba: “Era ya médico, cuando corrí mi primera carrera en el año 1938 en el Gran Premio de las 14 Provincias… Enorme fue la cantidad de problemas de índole familiar que tuve que vencer para estar presente en esto que fue una pasión de mi vida.” Agregando después que “En 1939 tomé parte de otro Gran Premio que se interrumpió a raíz de las lluvias. No había nada que hacerle, los grandes premios me gustaban de alma…”

En dicha entrevista, continuaba diciendo que: “Aquellos eran años bravos, las máquinas –preparadas a puro pulmón- daban de 140 a 150 kilómetros por hora, con un promedio de 80 a 90 según las etapas… claro que alguna vez uno se metía en una nube de polvo y solo Dios sabía lo que podía pasar.” Los admirados periodistas del matutino salteño le preguntan entonces: “¿Además de una buena colocación en las carreras, qué es lo que más importancia tenía para usted?” A lo que el Doctor Pablo Mesples respondió nostálgico: “Lo que más me satisfacía era andar bien, brindarle a la hinchada una buena performance”.

Respondiendo a la pregunta sobre a raíz de cual hecho se lo conoció como El Caballero del Camino, el Dr. Mesples respondió: “A partir del Gran Premio a Lima auxilié y con muchísimo gusto, a un gran número de corredores que sufrían el mal de las alturas. Por ejemplo a Lo Valvo y su acompañante Spampinatto que se apunaron y tuvieron que abandonar en La Quiaca; también a Fangio y a Marimón. Al último no lo asistí como médico, lo hice remolcándolo hasta el final de la etapa (Nazca, en Perú), cuando rompió la caja de velocidades en el camino.”

Hablando de sus accidentes serios, dijo: “Tuve varios, pero los más fieritos -como decimos los salteños- fueron en el Internacional a Lima, en 1940, al salir de una curva dimos una cantidad de vueltas y fuimos a parar a las vías de un ferrocarril. En la misma carrera, cuando volvíamos y después de parar en La Quiaca me llevé un caballo por delante. El coche parecía una coctelera y nosotros un licuado perfecto. ¡Ah!... Hay otra. En tierras peruanas, corriendo casi sin luz, salí de una polvareda y uno de los caños de la baranda de un puente roto, se metió entre la rueda delantera y el chasis. Salir de esa situación fue una verdadera hazaña. En el Gran Premio a Caracas, intervine en inferioridad de condiciones, razón por la cual, después de una serie de inconvenientes mecánicos, decidí desertar cuando llegué a Antofagasta.”


De los amigos ganados en los caminos, Mesples recuerda con cariño: “Ciertamente que hice muchos amigos. Puedo decirle que con Fangio, Marimón, Víctor García, Pascuali y Blanco nos une una amistad imperecedera.” Y con respecto a los motivos que lo llevaron a su retiro definitivo del automovilismo, dijo: “Bueno, cuando ya las cosas se inclinaron por la vía de lo especializado, cuando lo que hasta ese momento era un hobby, una necesidad espiritual para muchos de los que corríamos, se tornó en profesión y obligaba una dedicación plena.” Parece que ese era el momento de retirarse para Mesples, pues lo suyo era el turismo, la aventura, la necesidad de interactuar, pero para nada una obligación que las nuevas épocas iban perfilando.

Al hablar de sus copilotos, Mesples expresó: “Quiero aprovechar la oportunidad de esta visita de ustedes para hacer un recuerdo cariñoso de todos los que fueron mis acompañantes y, si es posible, nombrarlos: Altobelli, Braga, Aravena, Galipó, Cisterna, Garnier y Tapia. Lo mismo para mis familiares y amigos, que después de los primeros NO –por la negativa a que Mesples corra- siempre me pusieron el hombro para que las cosas salieran lo mejor posible. Y, por último, mi sencillo afecto para toda esa extraordinaria hinchada de la época, siempre presente en la ayuda desinteresada y fraternal, ya en las buenas o en las malas.”

Los periodistas preguntan: “¿Completamente feliz ahora, por lo que fue El Caballero del Camino?”

“Muy feliz, pero… siempre hay un pero, en este caso es mi autito… No le digo la marca porque después pueden creer que lo hago por desacreditarla… pero imagínese, yo que no toleraba a nadie delante de mi coche, hoy no llego a los 70, con viento a favor y en cuesta abajo…” Sonrió cordialmente el legendario automovilista.

Miro la fotografía de Mesples, tomada en 1968, un hombre sonriente, entrado en años y muy elegante me transmite la misma admiración que sintieron los periodistas de El Tribuno en su momento. Veo las famosas y recordadas “coupé” levantando polvareda en esos peligrosos caminos y pienso cuan difícil debió de ser un verdadero caballero en aquellas competencias…

FUENTE CONSULTADA

Diario El Tribuno de Salta del 12 de agosto de 1968, contratapa.

MI FORD - POEMA DE JAIME DÁVALOS

Este poema de don Jaime Dávalos, dedicado a su hijo Jaime Arturo, lo recita siempre, junto a "La Muerte del Toro", José Luis Maradona Gómez en los concurridos asados organizados en la casa de Jorge Fontana, de la avenida Pizarro, en los pagos de San Ramón de la Nueva Orán. Yo lo conocí a Jaime Arturo en su casa de piedras en la "Loma de los Dávalos" en El Encón. Conocí la calidez de su amistad y la sencillez de su buen trato y cordialidad... Por eso pensaba en Jaime Arturo y en José Luis, dos extremos de una misma cuerda, el uno perteneciente a una familia de poetas y artistas, hacedores de las letras y, el otro, difusor de estos poemas, transmisor de la cultura salteña, para que la misma no duerma olvidada en libros cerrados de nuestras bibliotecas. Pero aun hay más coincidencias, la señora de Jaime Arturo era compañera de trabajo y muy amiga de los padres de José Luis en la recordada Caja de Jubilaciones que quedaba en la galería frente a la Plaza 9 de Julio de nuestra ciudad... Ahora si, disfrutemos de la poesía.



Con el escape libre para escuchar mejor el canto del motor ,
me voy a los campos montado en mi Ford.
Mi Ford es sencillo como el Clavileño de Alonso Quijano. Dócil a mi empeño,
va donde yo quiera, por valles y cuestas por cerros y lomas y verdes florestas .

Yo no tengo apuros, negocios ni estancias,
mas el que me vea, veloz como el viento,
tragar las distancias
rigiendo mi Ford,
cree que me protestan algún documento
o me ocurre un caso de fuerza mayor .

Nadie se figura,
nadie se imagina, ninguno sospecha,
el goce salvaje, rayano en locura,
de andar como flecha.

El hombre es un bípedo pesado, sotreta,
y por andar algo más que la tortuga,
domó los caballos y la bicicleta
inventó las máquinas de ponerse en fuga.

Por un cuesta abajo me largo en segunda,
mi alma en un vértigo tremendo se abisma,
y a medida que corro me inunda
un afán de romperme la crisma!

El Ford cruje entero,
ya parece saltar en pedazos!
y por el volante me sube a los brazos
una fragorosa vibración de acero!

Un pollo suicida se pasa en mi ruta y bajo las ruedas lo dejo extrachato .
Que no me perturbe la recta absoluta
ni perro ni gato,
pues voy sin disputa
sembrando el julepe y el asesinato.

Oh, Ford, auto cabra!
Auto mula, sencillo y liviano! Última palabra
del machinatismo norteamericano.

martes, 1 de diciembre de 2009

ÍÑIGO, ÍÑIGUEZ, ÍÑIQUIZ, YÑIGO, YÑIGUEZ e YÑIQUIZ

Algunas personas sostienen que los apellidos ÍÑIGO e YÑIGO proceden de un apellido común, en este caso ÍÑIGO, los mismos se valen de varias teorías, son ejemplo de ellas las siguientes:

1º En algunos libro de temática heráldica y genealógica, tratan a ÍÑIGO e YÑIGO como un mismo apellido, con la salvedad de que en épocas de la conquista americana, varios apellidos a la hora de ser asentado, fueron asentado mal. Esto se puede ver a lo largo de América. He más ahí casos, en lo que miembros de una misma familia están asentados con diferentes apellidos.

2º Otra teoría afirma que los dos apellidos no tiene un nexo en común, es decir, que los dos apellidos tiene orígenes distintos. Aunque las dos teorías se contradicen, a la vez son ciertas. Además no debemos olvidar las variaciones de los dos apellidos como ser: ÍÑIGUEZ – ÍÑIQUIZ por un lado e YÑIGUEZ – YÑIQUIZ por el otro.

- Ahora, si bien leído e investigado todo lo que tuve a mano, me veo en la postura de remarcar que ÍÑIGO – ÍÑIGUEZ – ÍÑIQUIZ son los mismo apellidos con distinta grafía, pero de un origen común, esto también se ve reflejado en YÑIGO – YÑIGUEZ – YÑIQUIZ.

- El punto es que no hay que mezclar ÍÑIGO con YÑIGO ni sus variantes.
Aquí se presenta una peculiaridad, ya que las variaciones de YÑIGO que son YÑIGUEZ – YÑIQUIZ. Se puede apreciar en los blasones que non tiene relación alguna. Cosa que no se da en el otro apellido.

El apellido Yñigo procede del valle de Baztán, Navarra (España), no pertenece al País Vasco, sino que es la provincia (autonomía), cuyo reino fue el primero de España.

Íñigo, Íñiguez, Íñiquiz, Yñigo, Yñiguez e Yñíquiz es un apellido patronímico castellano que significa ‘hijo de Íñigo’. Se extiende tanto en la Península Ibérica como en las Américas.

El sufijo ez es la forma patronímica de indicar la filiación. Tanto en la España visigótica, como en otras culturas germánicas, era común formar el apellido de un individuo añadiendo al primer nombre del padre una de las formas patronímicas az, ez, iz u oz. De esa manera tenemos a Fernández (‘hijo de Fernando’), Ramírez (‘hijo de Ramiro’), etcétera.


Las primeras referencias de Íñigo en lengua castellana se remontan al siglo XI y las de Íñiguez al siglo XII, estableciéndose que antes de estas fechas y siguiendo los usos de la época, los escritos oficiales se realizaban en latín o en lengua latina autóctona. En esta misma época, los ingleses utilizaban el latín o el romance normando del norte de Francia, mientras que las entidades políticas alemanas utilizaban la lengua latina o los romances italianos para redactar sus documentos.

De esta forma encontramos que Íñigo es la forma castellanizada de Enneco, mientras que Íñiguez lo es de Enneconis. Cabe señalar que posiblemente Enneco y Enneconis sean las formas medievales de los nombres ibéricos Enneges y Ennegensis, respectivamente. Estos nombres aparecen mencionados por primera vez en el Bronce de Ascoli del año 89 d.C. Dicho bronce es una tabla que recoge los nombres de los jinetes del escuadrón de caballería Turma Salluitana, reclutados por el cónsul Pompeyo Estrabón en la localidad hispana de Salduie (más tarde Cæsaraugusta, hoy Zaragoza) en el valle medio del Ebro, para hacer frente a los itálicos sublevados contra Roma durante la Guerra Social o de los Aliados (91-89 a. e. c.). Como recompensa por tomar la ciudad de Ascoli, el cónsul les concedió la ciudadanía romana y registró el hecho por escrito en una tabla de bronce. Entre los jinetes hispanos figuran Elandus hijo de Enneges y Ennegensis Beles, hijo de Umarbeles.

IGNACIO DE LOYOLA
Usualmente se ha interpretado que Íñigo es equivalente a Ignacio, o que el primero es la forma castellana del segundo, sin embargo este un error muy común que se explica porque a los seguidores de san Ignacio de Loyola se les llamaba iñiguistas, no porque Ignacio fuese equivalente a Íñigo sino porque éste era su nombre antes de ser sacerdote. Cuando Íñigo Óñez de Loyola se consagra a Dios, adopta el nombre de Ignacio de Loyola en recuerdo de san Ignacio de Antioquía, discípulo de los apóstoles Juan, Pedro y Pablo.

Como se ha explicado el origen de Íñigo es Enneco, de raíz nativa prerromana, mientras que el de Ignacio es Ignatius (latín) < Ignêtes (en griego) ‘innato’ (A. D., H.), también ‘nombre de los habitantes originarios de la antigua Rhodas’ (Simmias 11, H.). Otra etimología da cuenta de Ignacio < Ignatius < ignis (‘fuego’ en latín) < *egni (protoindoeuropeo o PIE), {compárese con agni (‘fuego, fuego ceremonial’ en sánscrito), ogni (eslavo antiguo, del siglo IX), ugnis (‘fuego’ en lituano)}.

La otra fuente de confusión en darle la misma equivalencia a Íñigo e Ignacio, está en que Enneco evolucionó, en lengua vasca, a Iñaki, y Sabino Arana propuso la traducción de Iñaki por Ignacio en castellano.

De acuerdo a lo expuesto, Íñigo en ningún caso debiera ser equivalente a Ignacio.
Entre las personas mencionadas en la Edad Media que usaron el nombre Enneco (Íñigo) encontramos en las primeras crónicas de Navarra al jefe vascón Enneco Aritza (Íñigo Arista, 824-851) y su hijo Garsea Enneconis (García Íñiguez de Pamplona, 851-880) reyes de Navarra y Sobrarbe.

A san Enneconis (san Íñigo), abad benedictino, del Monasterio de Oña, quien murió el 1º de junio de 1068 (se le recuerda en el mismo día).
A Enneco Fortunones (Íñigo Fortines, 1044-1050 y 1072-1075) señor de Arrendó, en La Rioja.
Actualmente en el país vasco se encuentran los siguientes apellidos con raíz Enneco-Enneconis: Enneco (Íñigo), Enekoola (‘cabaña de Íñigo’), Enekotegui (‘paraje de Íñigo’), Enecoitz (‘peñón del valle’), Enekoiz (‘pastizal’), Necochea o Nekotxea (‘casa de Eneko’)



ARMAS:
* Armas: Los Iñigo de Vizcaya, y la casa vizcaína de Iñiguez del lugar de Zaya, en el Valle de Arcentales, la montañesa del Valle de Toranzo (Cantabria), y la de Álava, traen: Escudo cuartelado: 1º, y 4º, en campo de plata, una cruz floreteada, de sable; y 2º y 3º, en campo de azur, una flor de lis de oro; bordura general de gules con ocho sotueres de oro.

* Armas: Los Iñigo y los Iñiguez, de Navarra, traen: En campo de oro, un palo, de gules; bordura de sinople, con ocho calderas, de oro, barradas de sable.
* Armas: Los Iñigo y los Iñiguez, de Guipúzcoa, traen: Escudo cuartelado: 1º, y 4º, en campo de oro, una cruz de gules, floreteada, y 2º y 3º, en campo de plata, dos lobos de sable, andantes, lampasados de gules y puestos en palo.
* Armas: Los Iñiguez, de Baeza, traen: En campo de gules, cinco torres de plata, puestas en sotuer; bordura de gules, con ocho aspas, de oro.
* Armas: Los Iñigo de Aragón, Elche y Alicante; y también los Iñiguez de la casa de Jaca y los de Sarrión, Villarroya de los Pinares y Zaragoza, en Aragón, traen: En campo de oro, un león rampante, de gules, que lleva en sus manos un ramo, de sinople.
* Armas: Iñigo radicado en Toledo: En campo de gules, una faja, caída, de oro; bordura de plata, con ocho armiños de sable.
* Armas: Otros Iñigo, traen: En campo de azur, una escala, de cuerda, de oro.
* Armas: Los Iñigo, de León, traen: En campo de sinople, un león rampante, de gules, acompañado de dos saetas, de azur.
* Armas: Los Iñigo, de Palencia, traen: Escudo partido: 1º, en gules, un ala, de oro, y 2º, en plata, tres lises bien ordenadas.
* Armas: Otros, Iñigo, traen: En campo de oro, un árbol de sinople y un león de gules, empinante al tronco.
* Armas: Iñiguez, radicado en Laguna de Cameros (Logroño) y extendido a Soria y Zaragoza: En campo de oro, cinco banderas, de gules, puestas en aspa.
* Armas: Otros Iñiguez, traen: Escudo partido: 1º, en sinople, una torre de plata acompañada de una estrella de lo mismo en la diestra y de una venera de plata en la siniestra; 2º, en gules, dos pájaros, afrontados, de plata.
* Armas: Los Iñiguez, de Navarra, traen: En campo de plata, una encina, de sinople, superada de una lis, de azur.
* Armas: Los Iñiguez, de Soria, traen: En campo de oro, un avellano, de sinople, arrancado.
* Armas: Otros Iñiguez, traen: En campo de oro, seis panelas de sinople, puestas cinco en aspa y una en punta.
* Otros, Iñigo originarios de Almeria, traen: En campo de plata, un girasol, de sinople y oro.
* Radicado en Madrid: En campo de plata, dos campanas, de azur, puestas en palo, y entre ellas una faja recortada, de sable.
* La Casa de Yñigo de Argentina trae: Escudo cuartelado: 1º y 4º de plata, una flor de lis de sable; 2º y 3º de azur, una cruz flordelisada de oro. Bordura de gules cargada con ocho sotueres de oro. Cimera: Una taruca de su color. Divisa: “Potivs Mori Qvam Foedari”
* Otros Yñigo: En plata, una fuente de azur, sobre terraza de sinople.
* Otros Yñigo: En azur, tres calderas de sable, puestas en palo.
* Otros Yñiguez: En plata, dos lobos de sable andantes, puestos en palo y superados de una estrella de azur.
* Otros Yñiguez: En gules, una cruz flordelisada de oro.
* Otros Yñiguez: En sinople, un cencerro oro.

ROLANDO JULIO JOSE DE YÑIGO y GENIO
Estudiante de Historia en el I.S.P.S.
Investigador de Heráldicas y Genealogías


CULTURA ALIMENTARIA EN SALTA

Para poder comprender nuestros hábitos alimentarios en la provincia de Salta, es menester recorrer el pasado de nuestro territorio. Recordar, por ejemplo, que los pueblos ándidos hace más de tres mil años domesticaron el maíz, junto a la llama y el cuis. Y, desde ese momento, comenzó la vida sedentaria y el abandono progresivo, sobretodo de la recolección que le imprimía la característica nómade, y en menor medida de la caza y la pesca.

Fue la mujer la encargada de conservar la cultura de los pueblos indígenas; era ella la que inculcaba en sus niños las costumbres tradicionales, la forma de vestirse y la lengua que le proporcionaba la identidad; pero también fue ella la que, eligiendo las mejores semillas, realizó el primer manejo de los granos hasta llegar a optimizar las mazorcas. Fue ella también la primera sembradora y productora, debido a que el hombre ocupaba varias horas en actividades de caza y pesca.

Más tarde los mitos explicaron la presencia en el espacio andino de los incas; recordamos el “Mito de los Hermanos Ayar” que nos explica la presencia de los mismos en el Cusco, buscando tierras aptas para la siembra del maíz, las que se comprobaban con una vara de plata… En los montes de la llanura Chaco-Salteña otra etnia, los Wichis, explicaban en sus mitos un tiempo edénico en el que todos los peces del mundo se encontraban en el interior de un Yuchán o Palo Borracho, solo había que introducir en el árbol un brazo y extraer el pez deseado. Siempre respetando de no sacar el pez prohibido: el dorado. En ese mismo tiempo, los hombres Wichis, lanzando una flecha al suelo, hacían crecer inmediatamente una esbelta planta de maíz y de esa manera saciaban fácilmente sus necesidades alimentarias; pero, el héroe cultural “Towaj”, desobedeciendo las leyes, extrajo un dorado del generoso yuchán, el cual dejó caer las aguas de su interior, formando los ríos del mundo y, con respecto al maíz, ya no crecería inmediatamente, por lo que el paraíso dejaba de existir, haciendo muy difícil la búsqueda del sustento diario.

El encuentro cultural, más parecido a un desencuentro, trajo aparejado algunos problemas, tales como el alimentario. Al castellano no le gustaba el maíz del indio y su paladar le exigía el trigo, por lo que, poco a poco, la actividad agrícola fue mudando. Fueron los españoles quienes trajeron el ganado caballar, vacuno y cabrío, como así las gallinas de castilla, legumbres y hortalizas, realizando una fusión cultural alimentaria en nuestra región.

Claro que esto tuvo su costo, pues al decir de Mellafé, en el primer contacto hubo despojo de alimentos y destrucción de sembradíos; el reparto de tierras entre españoles, mermaron las posibilidades de la agricultura indígena, rompiendo el equilibrio entre población y producción, produciendo en consecuencia, la baja de la producción agrícola doméstica.

A partir de la conquista se crea una economía de auto subsistencia, mediante el uso de la fuerza laboral indígena y la introducción de plantas y animales europeos. Assadourian; Beato y Chiaramonti, dicen que en el Tucumán el caballo ingresa con Diego de Rojas y con Núñez del Prado quien a su vez introduce también cabras y cerdos; en 1556 Santiago del Estero recibe desde Coquimbo simientes de trigo, algodón, frutales, sarmientos de vid y ganado. Siendo el algodón el que lo llevará a la hegemonía de las regiones comerciales satelitales del gran Potosí.

En las “Relaciones de Sotelo de Narváez” de 1582 observamos que Salta, a ocho meses de su poblamiento, cuenta con ganado ovejuno y vacuno, viñas, trigo, maíz y cebada, legumbres y otras semillas, como así también árboles de Castilla.

En 1605, Fray Reginaldo Lizárraga, escribe que en Salta se encuentran todos “los árboles frutales nuestros”, como así también viñas, maíz y trigo. En éste siglo se desarrollan los viajes por las ciudades españolas, en medios de transportes casi rústicos y pesados, como las carretas y carros, tirados mayormente por bueyes, debido a la fuerza que estos poseen. En este caso, especies nativas como el Algarrobo, (llamado Taco o Tacú en quechua), actuaban como las actuales estaciones de servicios, pues brindaban sombra para el descanso; madera para fuego y reparación de los carromatos; su fruto, la algarroba, servía de alimento para los animales de tiro, brindándole la suficiente energía y también para alimentos humanos como el arrope, la aloja, la añapa, etc.

Sara Matas de López nos dice que hacia fines del siglo XVIII, las huertas próximas a la ciudad de Salta, tenían variados árboles frutales entre los que se contaban durazneros, (del que se utilizaba hasta la madera para leña), manzanos, membrillos, perales, nogales, higueras, naranjos y limoneros; se fabricaban jabones para el consumo local y grasas. También se conocía la existencia de la sal, traída de los salares de la puna. Se elaboraron quesos de las zonas lecheras, se produjo trigo, maíz, cebolla, garbanzos y papas. Los vinos eran traídos de los pueblos del valle Calchaquí, la carne del curato de Anta que se caracterizaba especialmente por la ganadería, aunque también se la distribuía desde el valle de Lerma, principal proveedor agrícola de la ciudad de Salta.

Claro que para esta época la cultura alimentaria comienza a diferenciarse entre ricos y pobres; como el caso del mate dulce y el chocolate que eran restringido para los más encumbrados, al igual que el té, por supuesto que esto se degustaba en una excelente artesanía en plata.

La carne asada comienza a hacerse popular, aunque se la seguía conservando con la preparación de charqui a base de la sal traída de los salares de San Antonio. El hombre de campo comía, por costumbre, la carne macerada.

La época independentista nos encuentra en un conglomerado social compuesto por europeos, criollos, mestizos, negros y pardos, quienes contribuyen culturalmente en los hábitos alimentarios. Es de gusto popular la elaboración de empanadas, pasteles, locros, mazamorras, carbonadas, humitas, tamales, pucheros, etc., también el asado a las brasas, la guatia y la cabeza guatiada. Los usos y costumbres se misturan en las cocinas donde no falta el discutido mate.

El siglo XIX introduce la inmigración, recibiendo mayormente Salta la influencia española, italiana y de Siria y El Líbano, a los que generalmente los llamaron “gallegos” (gaitas), “tanos” y “turcos” respectivamente. Estas oleadas de inmigrantes, realizaron su aporte cultural en lo que respecta a las costumbres alimentarias, introduciéndose en el menú familiar cotidiano comidas como ñoquis, tallarines, pizzas, cazuelas, paellas, albóndigas, tripas rellenas, niños envueltos, guisos varios, etc. A modo de anécdota recordamos el famoso “Dorado a la San Martín” con el que homenajeara la joven Juana Manuela Gorriti al libertador; o las no menos conocidas empanadas de “viejas del agua” que hicieron famosa a la Estación Mojotoro hacia 1896.

A fines de ese siglo, estas nuevas especialidades están asentadas en la cultura alimentaria de Salta, las que se desarrollan y entraman complejamente a lo largo del siglo XX.

Hoy, debido quizás a la globalización, podemos comer en cualquier esquina salteña, hamburguesas, panchos, sándwiches de milanesas y lomitos, juntamente con empanadas, humitas y tamales en una convivencia total de lo autóctono con lo adquirido. En un restaurante podemos comer locro o paella y no es difícil encontrar chucrut, tacos, pizzas o baclawa, este último como postre, al igual que el lemon pie.

Podemos concluir que Salta, al igual que todo el actual territorio argentino, a sufrido diversas influencias en su cultura alimentaria; desde la conquista, pasando por la importación de usos y costumbres en la época criolla independentista, la inmigración posterior y la internacionalización de hábitos culturales que trajo aparejado el desarrollo de los medios de comunicación en lo que se ha dado en llamar globalización… Estas influencias mencionadas le imprimieron a la cultura alimentaria de Salta, características muy diferentes a las primigenias. Pero, aun así, la población ha podido conservar a través de los siglos, algunos rasgos primitivos en lo que llamamos “Comida Regional”, muy buscada en la actualidad debido a la ausencia de ingredientes con manejos genéticos (transgénicos), lo que le brinda la calidad de comida sana y natural.

FUENTES CONSULTADAS:

ASSADOURIAN, BEATO Y CHIARAMONTE DE LA CONQUISTA A LA INDEPENDENCIA. Ed. Paidos. Bs. Aires: 1996.
MATA DE LÓPEZ, Sara E. TIERRA Y PODER EN SALTA: EL NOROESTE ARGENTINO EN VISPERA DE LA INDEPENDENCIA. Ed. CEPHIA. Salta: 2005
MELLAFE, Rolando PROBLEMAS DEMOGRÁFICOS E HISTORIA COLONIAL HISPANOAMERICANA. Ed. Nova-Americana. París: 1965.
NAVAMUEL, Ercilia APUNTES DE CLASES DE PREHISTORIA. I.S.P.S. Salta: 2008.
TANDETER, Enrique NUEVA HISTORIA ARGENTINA, LA SOCIEDAD COLONIAL. Ed. Sudamericana. Bs. Aires: 2005.
URIBURU RIVAS, Carlos APUNTES DE CLASES DE HISTORIA

jueves, 26 de noviembre de 2009

LA CIUDAD DE SALTA A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX

Hacia 1903, la ciudad de Salta se presentaba pujante al resplandor del nuevo siglo. Aunque, por entonces, mantenía aun el aspecto de una gran aldea, con su población desarrollada alrededor de la “Plaza 9 de Julio” que era el único paseo en condiciones que se contaba, debido a que la “Plaza Belgrano”, frente a la Penitenciaría y Comisaría Central, por su abandono, le habían crecido naturalmente algunas especies hortícolas entre los yuyos sin cortar. Por su parte, recién se formaba la comisión encargada del arreglo y ornato de la “Plaza General Güemes”, todavía un erial, fijando su oficina en el entonces Palacio de Gobierno (hoy la legislatura), en la que ocupaba el Concejo de Higiene de la Provincia; su Presidente fue don SALUSTIANO SOSA, RICARDO ARÁOZ su Tesorero y el Secretario fue don POLICARPO ROMERO.
La ciudad limitaba al Norte en las vías del ferrocarril hasta donde llegaban las últimas casitas, que lo hacían solamente por las calles Mitre, Zuviría (que por entonces se llamaba Alsina) y Balcarce. Al Sud el Río Arias, habiendo casas únicamente desde calle Pellegrini (que por entonces se llamaba 11 de Setiembre) hasta Alberdi. Por el Oeste el caserío subía hasta el Molino de Patrón, por las calles Alvarado, Caseros y España y por el Noreste, el límite era la Zanja del Estado (actual Irigoyen).
Todos los alrededores estaban distribuidos en grandes casas quintas, mientras que los márgenes citadinos se encontraban en lo que hoy forma parte del macro centro. Las casas donde se juntaban lisonjeras damas dedicadas al comercio carnal, se hallaban por calle Buenos Aires entre San Juan y San Luís, o en la antigua 20 de Febrero (hoy Ituzaingo) en los conventillos que existían hasta hace poco tiempo entre Mendoza y Corrientes (la actual San Martín); o las negras, indias y hasta algunas criollas que asentaban sus reales en el “bajo” que hacía el desnivel del Río Arenales. Contaba Salta con entonces veinte mil almas.
Veinte mil almas que bebían 60.000 docenas de cervezas “Quilmes” al año y que sus fabricantes, incluso su único concesionario en Salta don MIGUEL DE LOS RIOS, festejaban su “gran triunfo sobre todas las demás cervezas fabricadas en el país”.
Pero no era la única en el rubro… la Compañía Cervecería Biecker Ltda.., fundada en 1900 y hecha en Retiro (Buenos Aires), con el único concesionario en esta ciudad, don ARÍSTIDES HADROWA, sacaba sus marcas “Pilsen” (cerveza blanca), “Bock” (conocida como la obscura) y la “Africana” (cerveza negra), agregando que “estas cervezas no necesitan bombos ni recomendaciones y la prueba es que en todas las exposiciones nacionales y extranjeras en que se presentaron fueron declaradas Hors Concours o premiadas con las más altas recompensas: El Gran Diploma de Honor.
En cuestión de premios, parecería que todas eran ganadoras. También la Cerveza Río Segundo, afirmaba ser “premiada en las exposiciones nacionales y extranjeras, por ser la más exquisita, la más sana y la de mejor paladar”; agregando que eran “cervezas puras: negra y blanca (Pale – Ale)”. Su único concesionario en Salta fue la Casa Introductora de MOYA HERMANOS, almacén por mayor de calle Libertad (hoy Alberdi) Nº 297, con especialidad en harinas de Santa Fe y yerbas paraguayas, marcas propias “León”, “Corá” y otras marcas acreditadas con un surtido completo en artículos del ramo.
Los vinos no se quedaban atrás en cuestiones de venta, ya que eran traídos de Cafayate y Tolombón, “blancos y morados de superior calidad de las acreditadas bodegas Buen Retiro, San José y El Puerto de Gabriela T. de Michel” quien vendía a precios sin competencia en su casa de calle España esquina 20 de Febrero.
Otras buenas ventas se realizaban en RITZER Y CIA, que tenían una surtida vinería en calle Alvarado entre Florida y Libertad (hoy Alberdi).
Los almacenes también eran muy surtidos y la mayoría eran los llamados de “Ramos Generales” tal que se vendía de todo en ellos, quedaban en la zona céntrica y proveían a todas las familias salteñas.
Uno muy especial era el “Almacén y Recreo San Martín” de calle Buenos Aires esquina San Luís, “a una cuadra del Tranway , en la antigua Quinta Maldonado” constituyéndose en “la única casa más central que ofrece todas las comodidades al público como para paseo recreativo. La quinta tiene variedades de árboles frutales, hermosos parrales, hortalizas, jardines, juego de sapo y bochas, etc., etc. Sala de Café y grandes galerías adecuadas para banquetes y lunchs . Surtido completo de conservas, vinos y licores finos. Fiambres y minutas a toda hora. Se preparan comidas con aviso anticipado. Variado surtido en artículos de almacén; especialidad en semillas de hortalizas de todas clases, recién recibidas de Europa. Compra y venta de frutos del país”. Este negocio era de PEYROTTI y CORLATTI.
Aparentemente, el público consumidor desconfiaba de los comerciantes, en lo que se relacionaba a las pesas de las balanzas o a los volúmenes de los medidores de artículos líquidos, por algo surgió el pedido de la “yapa”, como para resarcirse de las malas medidas. Por ello, don FRANCISCO BARDI, conocedor de esta problemática llamo a su negocio el “Almacén de la Buena Medida”, de calle Caseros, frente a la Iglesia de La Merced.
Don FELIPE MORENO, en calle Caseros 154 al 158 atendía la tienda y almacén “Buenos Aires” y “La Gloria” la casa “más acreditada, la que presenta mejor surtido y vende más barato”. Por su parte, don ANGEL LOPEZ, en el almacén “Estrella del Norte” de calle Mitre 466, entre América (hoy Alsina) y Necochea, compraba alas de cóndor y, en la “Fabrica de Vela y Jabón” de don JOSE T. AGUILÓ, de calle Corrientes (hoy San Martín) y Jujuy, compraban cera de abeja en cantidad que se lleve y a buen precio.
Eran también muy vendidas las “Tabletas de Creosota” de Scott & Bowne que era “decididamente la mejor forma de tomar creosota. De olor y sabor agradables. No causan eructos ni desarreglan el estómago como sucede cuando se toma creosota en cualquiera otra forma. El antiguo método de tomar creosota mezclada con aceite de hígado de bacalao o en cápsulas, ha caído ya en desuso. Tómese estas tabletas como una hora antes de tomar la emulsión de Scott Legítima y de acuerdo con las instrucciones que lleva cada pomo. Las tabletas de creosota de Scott & Bowne y la legítima emulsión de Scott son los mejores y más eficaces remedios que se conocen para el tratamiento de la Tisis. La emulsión de Scott fortalece y robustece todo el cuerpo, purifica la sangre y detiene la extenuación; mientras las tabletas de creosota impiden la multiplicación del bacilo tuberculoso y neutralizan el veneno que segregan esos gérmenes”. Scott & Bowne eran químicos de New York y se vendían en todas las boticas.
Como ser la “Droguería y Botica Alemana” de calle Caseros frente al antiguo Palacio Episcopal, (hoy sería el predio ocupado por la Tienda San Juan). “Esta acreditada casa cuenta con un surtido permanente de drogas, productos químicos y aparatos de cirugía. Se venden también jabones medicinales y de tocados, contando además con un espléndido surtido de perfumería. Las recetas y todas clases de pedidos se despachan con prontitud y esmero. Despacho nocturno.” Este negocio pertenecía al señor ERICH V. DUFAV.
También “Farmacia y Droguería Italiana”, de calle Florida esquina General Urquiza, con un “surtido completo de especialidades europeas y Norte América”, como así “se despachan con prontitud y exactitud los pedidos de la campaña a precios módicos garantiendo la pureza de la droga que expende”.
En estos locales, también se vendía “Militta”, un preservativo “infalible de las enfermedades venéreas y sifilíticas premiado por la Sociedad Europea de Ciencias Médicas. Un tubito dura largo tiempo.” Su precio era de tres Pesos Moneda Nacional.
El rubro librerías estaba compuesto, entre otras, por “La Industrial” de don ANTONIO RODRIGUEZ, en calle Caseros 165 y “El Comercio” de don RAMON R. SANMILLAN, de calle Libertad 393, donde llegaban “La Nación”, “La Prensa” y “Don Quijote”, entre otros diarios y revistas.
En cuestión de tiendas, “El Progreso” con comprador permanente en Buenos Aires, “Casa Introductora de don MANUEL M. SOSA Y CIA”, fundada en 1880, con “el lema de la casa de vender mucho y barato, lo ha colocado fuera de toda competencia”; por ello, en marzo de 1903, El Progreso abría una sucursal con el rubro Sastrería, “en virtud de las exigencias de la numerosa clientela, confeccionando trajes de frac, smoking, levita, yaquet y saco”. En 24 horas confeccionaban un traje en esta nueva sección de URRESTARAZU. INSAUSTI y GARCIA.
Las grandes novedades en sombreros, corbatas, camisas, cuellos, puños, bastones, guantes para hombre y señora, perfumería, etc., acababan de recibir en LERIDA HERMANOS, de calle Libertad 289.
También “MIGUEL LARDIES Y CIA.” Agentes del Banco Español del Río de la Plata, casa importadora directamente de Europa, con registro, mercería, bazar y ropería por mayor y menor, con confección de trajes a medida, casimires de la mejor calidad. Asimismo daba “giros a la vista sobre cualquiera plaza de Europa, Norte América, Antillas, Centro América y posesiones de Europa en Asia y África”.
En el rubro calzados, la zapatería y botería “La Argentina” de M. SALOM e Hijo, de calle Libertad 298 – 302, desarrollaba sus actividades con especialidad de calzados a medida “esta nueva casa cuenta con un espléndido surtido de calzados de todas clases y las marcas más acreditadas.
“La Catalana”, fábrica de calzados por mayor y menor de CANALS y CAMPILONGO, de calle Caseros 166 – 168, con sucursal “La Florida” de calle Florida esquina Caseros, tenían un gran surtido de calzados de temporada.
Si de construcción se trataba, don FRANCISCO SANMILLAN, mandaba Oficiales Carpinteros, albañiles y pintores a cualquier punto de la campaña. Los interesados podían dirigirse personalmente o por carta a calle 20 de Febrero esquina Boulevard Belgrano.
CONSTANTINO KUNDSEN y SORAIRE, fusionaban por primera vez y con mucho éxito los rubros: mueblería, tapicería y carpintería y se ponían a la vanguardia en la venta de muebles finos.
No habían automóviles, pero en “La Buenos Aires” de BARBARAN y ALBEZA, de calle Florida esquina Mendoza, se encontraba la fábrica de carruajes y carros. “Ponemos en conocimiento de nuestra numerosa clientela y al público en general que tenemos en venta toda clase de carruajes nuevos y usados, como ser: Milores, Vis a Vis, Americanas, Brek, Tílburis de 4 y 2 ruedas y Jardineras a precios sin competencia. También hacemos cambio de coches nuevos por viejos.” Como así “se hace toda clase de reparaciones pertenecientes al ramo con prontitud y esmero, para lo cual contamos con suficiente personal y competente”.
Entre los hoteles se encontraban el “Hotel del Norte” de SEGUNDO DIEZ OLMOS, en calle Florida 331; “El Argentino” funcionaba en el antiguo restaurante “La Florida” de SILVERIO POSTIGLIONI, en calle Libertad entre Alvarado y Urquiza.
De los hoteles los pasajeros iban a la Estación del Ferrocarril, otro paseo público que juntaba las distintas clases sociales en los andenes pero las volvía a separar dentro de los convoyes conforme el tipo de boleto adquirido: “De Primera” o “De Segunda”.
De todas maneras, nuestra estación dependía de la de Tucumán. Ya que si uno quería viajar a Córdoba o Buenos Aires, debía realizar combinación en San Miguel y para viajar a Jujuy se debía hacerlo vía Estación General Güemes.
El ferrocarril “Central Norte” salía de Salta a Tucumán y viceversa de la siguiente manera:
El tren de pasajeros salía los días lunes, miércoles y viernes a horas 10 de la mañana y llegaba a destino a horas 20:35, pasando por Güemes a horas 11:35, por Metán a horas 14:53, Rosario de la Frontera a las 16:05, Trancas 18:10 y Tafí Viejo 20:04.
De Tucumán a Salta, salía los domingos, miércoles y viernes a las 7 de la mañana; llegando a General Güemes a las 16:40, pernoctando por espacio de diez minutos, para volver a salir a las 16:50 y llegar a nuestra ciudad a horas 18:35.
El “Mixto Nº 8” salía todos los días a horas 07:00 para la Estación General Güemes, donde llegaba a horas 08:55. Se llamaba “Mixto” porque llevaba vagones de pasajeros y de carga. En Güemes se podían realizar las combinaciones a Jujuy. De vuelta, salía a las 17:10 arribando a las 19:45 en medio de una nube de vapor y humo.
También salía todos los días un tren hasta la Estación “Facundo de Zuviría” en el pueblo de El Carril, pasando por Alvarado, Cerrillos, La Merced y Las Pircas.
Y a la hora de fumar, generalmente era el hombre que lo hacía, ya que en la mujer era mal visto en público y, la que fumaba, era tildada poco menos que de prostituta. Esta imagen se mantuvo hasta hace muy poco tiempo, teniendo la mujer fumadora que abstenerse de hacerlo en público por el “¿que dirán?”
Como decíamos, los hombres fumaban cigarrillos tales como “Rey del Mundo”, “Bohemios”, “La Popular” o “Nº 1” y, para incentivar su consumo, los fabricantes lanzaron en 1903 un premio consistente en la devolución del 20% de lo consumido, o sea que por cada cinco marquillas o etiquetas con toda o parte de la estampilla fiscal adherida, se le entregaba un paquete de cigarrillos y todo “en beneficio de los fumadores”.
Con respecto a la educación escolar, había personas que tenían “Casas de Pupilajes”, los dueños eran generalmente maestros que recibían alumnos que procedían de otros pueblos de la campaña y les daban alojamiento, comida y asistencia educativa; tal el caso del Profesor Normal HECTOR P. GONZALEZ, con domicilio en calle Caseros 339 y 343, entre Jujuy y Arenales, manifestando que “ponía en conocimiento de los padres de familia, especialmente los de la campaña que me encargo, como en años anteriores, de la preparación de los estudiantes que concurran al Colegio Nacional y a las escuelas de esta Capital, obligándome a darle a los internos (pupilos) buen trato y sana y variada alimentación”.
Por su parte, el internado del Profesor Normal JOSÉ JUÁREZ TELLEZ, en calle Lerma entre Caseros y Alvarado, admitía “internos, medios internos y externos concurrente a cualquiera de las escuelas o colegios”. También se preparaban alumnos “para examen de ingreso a cualquier establecimiento de educación, como ser el Colegio Nacional, o Militar, o Naval, etc., etc.” Se daban incluso lecciones a domicilio.
La escuela “Benjamín Zorrilla”, abría sus puertas por mañana y tarde para los niños, aunque “también se inscribirán a los alumnos de la Escuela Nocturna Nº 2 que funciona en el mismo edificio, de 8 a 11 p.m. y 7 ½ a 9 p.m. se inscriben adultos, es decir obreros de más de 18 años”.
Todos podían ser dibujantes con el pantógrafo “Exclesior”. Instrumento que “necesitan todas las personas: ingenieros, dibujantes, bordadoras, fotógrafos, pintores y todos los que gustan dibujar, textualmente aumentar o disminuir hasta diez veces cualquier dibujo” por solo tres pesos.
Los Escribanos Públicos tenían un enorme trabajo en las cuestiones legales de los salteños, entre ellos mencionaremos a los profesionales WALDINO RIARTE y ZENON ARIAS. Entre los Abogados mencionaremos al Dr. DAVID ZAMBRANO, JUAN DE LA CRUZ TAMAYO y JESUS PLAZAOLA entre los muchos de la época, como el Juez de Instrucción, Dr. LUIS LÓPEZ.
Salta comenzaba a extenderse y los terrenos se remataban en locales a tales fines frente a la Plaza “9 de Julio” o en el del “Expreso Villalonga”, también frente a la Plaza Principal. Entre los martilleros de la época mencionaremos a JUAN A. VELARDE, RICARDO LOPEZ y PEDRO SOLIVERES.
El servicio de iluminación eléctrica era malo y caro. Se pagaba por cada foco que tenía el inmueble y recién se habían comenzado los trabajos de traer el agua corriente desde los bañados de Las Costas y realizar el tendido de la red cloacal; pero la cosa estaba aun verde, por lo que los viejos y malolientes carros atmosféricos circulaban perdiendo parte de la carga por las calles salteñas.
Los más renombrados de la sociedad salteña eran asiduos a los grandes banquetes o se concentraban en el Teatro Victoria, como único centro cultural de la ciudad.
Y a pesar de que los ojos estaban puestos en Buenos Aires y Europa, utilizándose en el habla general palabras inglesas como “green field” por cancha de fútbol, “tranway” por tranvía, etc., o francesas como “boulevard” por avenida, aunque esta sea un zanjón como la entonces Belgrano; ocurrían ciertas cosas que la prensa aburrida no dejaba de lado y que hacían acordar a los pobladores que estaban en Salta nomás…
Como el caso de estos artículos extraídos del Diario “La Montaña” del 24 de marzo de 1903 que a continuación se transcribe.
Mujer Guapa: En la tarde de ayer, el matrimonio que lo compone SANTOS PEREZ y LUCINDA N., al regresar por la calle Caseros al centro de la ciudad, frente a la casa del señor JUAN PEYRET, se trabaron en pelea, cayendo ambos dentro de un bache donde luchaban como unos tigres enlodándose hasta los ojos. El cuadro proporcionó un espectáculo curioso para ese vecindario que miraba con asombro el valor y destreza de LUCINDA para defenderse y atacar a su esposo con los puños crispados aunque ya le había asestado numerosos golpes. Felizmente de la refriega, ninguno resultó más que con pequeñas lesiones en la cara…
Accidente: Ayer, como a las 5 p.m. el sujeto M. NUÑEZ, que se dirigía en coche por la calle España hacia el poniente, pretendiendo mirar algo que dejara atrás el vehículo que marchaba en dicha dirección, piso en un estribo para mirar en cuya circunstancia resbaló y cayó sobre las piedras del pavimento donde se produjo una lesión, al parecer leve, en la frente.
Con respecto a la Policía, en la ciudad capital existía el Cuerpo de Vigilantes que tenía una Comisaría Central, en el edificio con murallas almenadas de piedras, donde también funcionaba la Penitenciaría.
Este edificio, que se encuentra sobre calle General Güemes Nº 750, frente a la Plaza Belgrano, comenzó a construirse como cárcel pública después del 8 de junio de 1872, cuando se colocó su piedra angular y bajo de ella, en una urna especial, el acta refrendada por las autoridades presentes en tal solemne acto, del que fue padrino el Brigadier General héroe de la Independencia, don RUDESINDO ALVARADO, representado a causa de su enfermedad por el Dr. JUAN PABLO SARAVIA. Acta que fue firmada entre otros por el señor Gobernador de la Provincia don DELFIN LEGUIZAMON.
Este nuevo lugar, resultaba ser más seguro que los antiguos calabozos del Cabildo; aparte, servía para que la fuerza del orden actuara con más soltura y comodidad en este nuevo y amplio cuartel.
El uniforme consistía en un quepis, color arena, con visera y barbijo negro de cuero. Constaba de una “garibaldina” o chaqueta, con bolsillos superiores e inferiores aplicados y bombacha de montar, ambos de color arena, del mismo que el utilizado por las fuerzas del General JULIO ARGENTINO ROCA en la Conquista del Desierto. El calzado, botas de montar o polainas. Sobre la chaqueta un grueso cinto de cuero y colgando a la izquierda de éste un ancho y pesado sable de caballería.
Como dijimos, en esa época no había vehículos automotores, y nuestra policía, como único transporte, tenía un carro, tipo jaula, en el que trasladaba a los detenidos y presos.
Los hombres que componían esta fuerza de seguridad, generalmente eran enganchados para el servicio policial obligatorio que existía en esta provincia y la mayoría se trataban de gauchos sin conchabos o que presentaban las condiciones para exigidas para dicho servicio. Como lo hubo posteriormente en el Ejército Argentino, en los Vigilantes también se sucedían los desertores y prófugos de las filas del Cuerpo, los que una vez capturados eran ingresados al servicio, previo castigos de cepo y otros trabajos físicos a fines de que recuperaran el espíritu policial.
Los que gustaban de esta carrera, continuaban la misma después de cumplido el servicio y eran acreedores de un grado policial, conforme a como se destacaba en su carrera. De todas maneras, la paga nunca fue buena y en muchas ocasiones el hombre de la repartición se costeaba solo el alimento y montura cuando tenía que salir en distintas comisiones.
La vida política era dura y, desde el poder todo era válido, hasta los balazos y las muertes de los oponentes políticos. Surgían figuras que se hacían llamar caudillos, pero tenían más de matones a sueldo que otra cosa. Y esto se vería claramente en los hechos que produjeron la muerte del Dr. JUAN DE LA CRUZ TAMAYO y que trataremos más adelante.

FUENTE:
DIARIO LA MONTAÑA (Salta), varios ejemplares del mes de marzo de 1903.

ISABEL DEL TRÁNSITO RUIZ DE CARRANZA "LA CHABELA": BIOGRAFIA NO AUTORIZADA

Nació el 15 de agosto de 1932 en el pueblo de Taco Ralo, departamento Graneros de la provincia de Tucumán, hija natural de María Ignacia Ruiz, quien había tenido otro hijo de nombre Pedro Ruiz, el que residía en Tucumán.
El 27 de diciembre de 1947, contrajo enlace con Alejandro Carranza, en San Pedro de Guasayán, Santiago del Estero, de cuya unión no nacieron hijos aparentemente, quedando viuda al poco tiempo.
Posteriormente, tuvo una hija de nombre María Isabel Illescas.
Comienza a ser conocida en nuestra provincia, a partir de 1953, siendo una mujer de estatura mediana, robusta, cutis trigueño, ojos marrones muy claros con los párpados algo entreabiertos y cejas finitas y largas que le daban una mirada muy interesante y cautivadora; tenía cabellos castaños claros, llevándolos siempre cortos.
En 1953 había comenzado a trabajar en la prostitución, pero recién lo haría legalmente hacia 1954, cuando vivía en la casa de Facundo Vargas, en calle 20 de Febrero Nº 1584 y tenía 22 años de edad. Ese año se fue a trabajar al “Dancing de María A. Chávez” en la localidad norteña de Embarcación, donde aparentemente no tuvo el éxito que buscaba, así que se marchó a la ciudad de General Güemes, a fines de 1954 y trabajó parte de 1955 en el local de Carmen Rosa Galarza, en calle Marcos Avellaneda Nº 292.
A mediados de 1955, se vino a la ciudad de Salta, donde trabajó en el local “Mi Querencia” también conocido como “La Mariposa”, en calle Rondeau Nº 985 propiedad de Griselda Juárez de Paz.
En el año 1956, alterna como prostituta en el local mencionado de la ciudad de Güemes y en “La Mariposa – Mi Querencia” de esta ciudad.
En 1957 se marcha a la ciudad de San Ramón de la Nueva Orán, donde trabaja en el local de Lidia Brito Vda. de Mena. Este local era el Dancing “El Plátano” y se ubicaba en la calle Belgrano Nº 1008.
Posteriormente se radicaría definitivamente en Salta, residiendo primeramente en calle 20 de Febrero Nº 1676 para posteriormente residir en calle La Florida Nº 1596 en pleno “Bajo Chico” donde, con el correr de los años, comenzaría a regentear las famosas “Tres Puertas” a “orillitas del canal” no menos famoso que el otro de nuestra ciudad.
En 1959, cuando trabajaba en la calle Damián Torino al 800, fue acusada por un cadete de la escuela de policía, por haberlo contagiado de blenorragia.
En la casa de la Florida y 16 de Septiembre, comienza muy pobremente, allá por el año 1960. El edificio era del tipo rancho, el cual se describe en circunstancias en que fuera denunciada por la meretriz Edelmira Carbone viuda de Oliva por constantes insultos y por haber bailado desnuda en la vía pública, (hecho que también presenciaron otras prostitutas como Nélida Guzmán, Zulema Brizuela y Sixta Maidana). La “Chabela” declaró que todas las mencionadas ejercen igual comercio y que, con ella, desde hacía tiempo se encontraban enemistadas y, por ese motivo, siempre se trababan en discusiones, sin llegar a las vías de hecho. Por otra parte, manifestó en la oportunidad que la imputación de bailar desnuda en la calle era falsa, haciendo constar que el rancho que poseía, constaba de una pieza cercada a su alrededor con lona de arpillera y en uno de los laterales que colindaba a una pieza contigua al rancho de la señora Nélida Guzmán, existía un agujero por el que probablemente fue vista por ésta o por una hija menor, de catorce años de edad y, como la declarante trabajaba desnuda, al verlas espiando en varias oportunidades las retó y les reclamó la actitud, cerrando el agujero, pero el mismo fue abierto nuevamente por terceras personas.
En ese entonces, también fue denunciada por un menor de apellido Ganen, quien recién había cobrado dos meses juntos de sueldo (mil cuatrocientos pesos),quien dijo haber sido llamado por la Chabela, la que lo pasó a la pieza y aprovechando de un descuido lo dejó sin el dinero.
Isabel del Tránsito Ruiz de Carranza o la popular “Chabela”, aparentemente no tenía buen genio, se llevaba mal con muchas personas, especialmente sus compañeras vecinas y casi siempre era denunciada por distintos hechos, algunos, como lo que comentamos, ajenos a la infracción del ejercicio específico de la prostitución, aunque en la mayoría de los mismos no se le pudieron comprobar obteniendo consecuentemente el sobreseimiento judicial.
Algunos mencionaron que le faltaba un mejor criterio en su vida de relaciones, que era casi ordinaria y pendenciera, que no servía ni había que confiarse en ella. Lo que desconocen, seguramente, es la vida sufrida a la que tuvo que enfrentar, cuando salió de su Taco Ralo natal.
El mal carácter la llevó, posteriormente y en varias oportunidades, a enfrentarse hasta con sus mismas pupilas, cuando la vida le fue mucho mejor. Como el hecho en que Norma Lucero, Gladys Isabel Monzón de Molina y Juana Rosa Carrizo, con amplios detalles manifestaron que ellas trabajaban en sus domicilios ejerciendo la prostitución, bajo la administración de la nombrada “Chabela” quien se beneficia por el producto del comercio carnal de las mencionadas.
La “Chabela” aun vive en sus antiguamente famosas “Tres Puertas”, pero el negocio se viene abajo, pues una competencia peligrosa y fatal se apoderó del Bajo Chico: la venta de drogas como el “paco”, “pecoso”, etc., que ha reunido un sinnúmero de grupos de menores arrebatadores, quienes adictos a estas sustancias, no dudan en dejar desnudos a los ingenuo clientes del sexo para cambiar el producto de sus pillerías por la droga. A su vez, asustados, los antiguos clientes del comercio carnal, fueron desapareciendo…
La droga está logrando lo que la misma dictadura militar no pudo: exterminar a la prostitución del Bajo Chico.

martes, 24 de noviembre de 2009

ESTAMOS CON VOS BARBRA...

Con mucho dolor informo que en Virginia (U.S.A.), acaba de fallecer, (24-11-2009), la madre de una querida amiga, colaboradora y lectora de este blog, BARBRA CAMPBELL, por lo que elevo una plegaria a quien todo lo hace para que tenga su alma en la Santa Gloria y de fuerzas a Barbra en este dificil momento...

MARÍA GRYNSZTEIN, “LA RUSA MARÍA”:

Fue una persona muy conocida, dentro y fuera del ambiente en que desarrollaba sus actividades. Se ocuparon de relatar pasajes de su vida, o nombrarla, varios escritores, entre los que podemos citar a Héctor Reinaldo Yarade en “Los que no alcanzan”; David Slodky en “Las fronteras”; Osvaldo Soriano en “Rebeldes, soñadores y fugitivos”; Miriam Corbacho y Raquel Adet en “La historia contada por sus protagonistas”.


Con la información extraída, desde la ficción, de estos autores, recompondremos una biografía más de la famosa “Rusa María”. Es así que podemos decir en boca de ella misma (Yarade, 1979:45) “Yo intenté alcanzar en la vida y no se me dio. Nací en Polonia, viví hasta los quince años en mi ciudad natal. Estudiaba corte y confección cuando conocí a un hombre: Jaime... Jaime Lemer. Era paisano mío. Me ofreció casamiento y una máquina de coser en cuanto llegáramos a América. Porque estaba por irse y me quiso traer con él. Yo era muy joven y me llené de sueños cuando me dijo lo de la máquina de coser. Allá, en Polonia era muy pobre y nunca hubiera podido tener una. Soñaba y soñaba en los vestidos que haría para ricas jovencitas que estarían encantadas con mi trabajo... ¡Ah! la juventud! . ¡Cómo se cree en todo! Cuando llegamos a América, Jaime no cumplió con lo prometido. Me puso a trabajar en un bodegón y me dijo que no debía mezquinar mi cuerpo si es que eso ayudaba a vender más bebida. Antes de venir a Salta, en el año 1929, recorrí varias provincias, Mendoza, San Juan, Santa Fe y Rosario. ¡Cuánto andar y cuánto perder en los caminos!. Poco a poco perdí los sueños. Y me olvidé de la máquina de coser. Con decirte que ahora no sabría que hacer si tuviera una. Ahora que podría comprármela.”

Claro, como cuenta el autor de “Las Fronteras” (Slodky 1992:19), las ropas que utilizaban en los cabaret, eran confeccionadas por “la modista de las putas”, tal el caso del personaje de Adriana en la obra citada.

La historia continuaba ahora en boca del personaje de Manuel José (Yarade. 1979:53) “-Hizo la guita en Salta. –siguió hablando, como si no le importara mucho que lo escuchara. Llegó aquí hace un montón de años, en 1929. Comenzó con un local que se llamaba “El Cantante” en la Ituzaingó y Mendoza. Entonces era empleada de una compatriota suya de nombre Sara, casada con Pompi, el dueño del Tabarís, un cabaret. Era un quilombo y la “Rusa” sabía trabajar. Tenía escuela. Cuando Sara se enfermó se hizo cargo del negocio y cuando la otra murió, con la ayuda de un abogado apodado “El Choclo”, la “Rusa” se quedó con todas las pertenencias y bienes de la amiga. Se armó un despelote. El Pompi se la quería morfar a la “Rusa”, discutieron a los gritos. La vieja tenía agallas. El Pompi le metió un tiro en la frente y al Jaime Lemer un tiro en el pie. El Lemer era cafiolo de la “Rusa”. Ahí terminó el problema. Dicen que el Lemer estaba casado con ella. Andaban bien los dos, tal para cual. El problema fue cuando le sacaron la casa de cita de la Mendoza e Ituzaingó, pero el “Milonguita” un mueblero paisano de ellos, hizo hacer una casa en la calle Córdoba donde se fueron la “Rusa” y el Jaime. Después abrieron el local “El Gato Negro”, donde vivieron dos o tres años. Muriendo entonces el Jaime de cáncer al pulmón . Casi quince años estuvo casada la Rusa con el viejo, de los cuales vivieron ocho en Salta.”

En palabras del personaje de la “Rusa” (Yarade. 1979:36) continuamos el relato: “-¡Hace tanto tiempo que se me murió Jaime (1)...!.. Nunca serví para vivir sola. Necesito alguien que me haga sentir bien.”... ...”-Si lo hubieras visto al Pancho, con sus veintiocho años. Pancho Gangui. Buen mozo, no era muy alto, con cabellos castaños claros, tan suaves.. lo conocí cuando le cortaba el pelo a Jaime. El estaba enfermo en cama.”

“-Diez años vivimos juntos hasta que vino la Dora, la chilena, ahí me dejó plantada. Pero todo se paga con la misma moneda. Ella lo dejó plantado luego. Pero hicimos tantas cosas juntos. Nos agarró la Ley Seca, era el año 1937, pusimos un cabaret en la Córdoba y Calixto Gauna, lo llamaban “La Media Luna” y después “Armenosbil”. Que lujo. Todas de largo!. Al final lo tuvimos que alquilar, nos iba mal económicamente. Entonces Pancho puso al frente del cabaret, el Bar Córdoba. Y yo empecé con El Globo en la Zabala y Córdoba, mucho tiempo alquilé el local. Diez años con Pancho--- Y era lindo el chango...”

Continúa “La Rusa” relatando en “Los que no alcanzan” (Yarade. 1979:62), como a los que le pasa, por sus recuerdos, la vida de repente antes de despedirse de la misma... “-El Donato! Veintiocho años tenía cuando me metí con él. Alto, morocho, delgado, un hermoso gallego. En esa época arrendé El Globo, las cosas no marchaban y me puse en sociedad con Ignacio Diez, un tío del Donato y alquilamos El Recreo, al lado del Puente de Fierro (2). Después lo dejé y volví al Globo. Ahí lo conocí a Espeche. ¡tan joven!”

La historia sigue con el relato del personaje del bailarín Juan José (Yarade. 1979:62-63): “-Espeche. Sesenta años tenía la vieja cuando lo conoció. El tenía veintitrés. Pero que lo iba a dejar escapar. Lo cazó y se casaron. El creía que la Rusa tenía plata. La ceremonia fue íntima. Pero la fiesta fue la joda loca. La hizo en el mismo Globo con un montón de autoridades. Vieras la cantidad de regalos, las canastas de flores se fueron colocando en las paredes y llegaban hasta el techo. Era un ambiente especial. Todos lucían lo más que podían. Ella, la Vieja, estaba tan ridícula de novia. Quería vivir ese instante, pero no lo lograba. Era triste, ¡cómo pasa el tiempo!.”... sigue Juan José: ...”-El Espeche la dejó plantada a la Rusa y se fue con la juventud de Mabel que laburaba de mambera.”

“Pero minga se iba a quedar sola mucho tiempo. Lo enganchó al Carrasco, un tipo grande a la comparación de los otros, tenía cerca de cuarenta años. El Carrasco la dejó a la Gitana por la Rusa. Ahora la Gitana tiene el Globo. Pero la Rusa dio mucho al Carrasco, le compró un auto. El se fue después que la Rusa lo curó de siete agujeros que le hizo el Pío Sarmiento en un despelote. ¡Qué tendrá en el mate, no sé!. Hubo una época que por una orden policial se hizo una razzia de cafiolos. Fue un cago de risa. Los agarraron al Pancho Gangui, al Pebete Luna, al Paraguayo Ambrosio y a otros. Gangui estuvo siete meses en cana. La Rusa le mandaba cartas. Cuando los encanaron, los pelaron a todos y los llevaron a barrer las plazas. Ahí terminaron los gallitos. Los otros se reían, te imaginás estos gallos sin cresta y barriendo la plaza 9 de Julio. Pobres.”

Al preguntársele porqué le duraban poco los maridos a la Rusa María, Juan José respondía (Yarade 1979:63): -La vieja era muy celosa y exigía mucho, tanto como la plata que les daba.”

Con respecto a sus cumpleaños, “solía festejar dos veces por año..., el 20 de enero y el día de su santo el 15 de agosto. Eran grandes fiestas a las plantas y árboles se los iluminaba como arbolitos de Navidad. Cuando ella notaba que las cosas no andaban muy bien, cerraba la casa por cuenta de ella, invitaba a todas las autoridades del gobierno, personas influyentes, comerciantes conocidos y profesionales que sonaran fuerte. Pagaba de su bolsillo a las mujeres y hacía grandes fiestas. Eran célebres.. esto la hacía muy conocida y capaz de llegar a todos los ambientes para conseguir lo que ella necesitaba. Invitaba solo a los muy poderosos y conocidos.” (Yarade 1979:61-62).

Con respecto a los parientes de la Rusa, Juan José decía: “-Ah, sí!.. tiene una hermana en Buenos Aires. La Rusa le puso un departamento de tres piezas. Dos amuebladas, que las rentaba discretamente como amoblado de lujo. En la tercera vive la hermana. Es la hermana, la que muchas veces le consigue chicas y se las manda. También tiene un hermano que vive en el Uruguay y dos sobrinos en Buenos Aires que ya son profesionales.” Estos la visitaban o escribían: ...“cuando necesitan guita o tienen algún problema.” (Yarade 1979:64).

Los últimos días de la Rusa María, fueron tristes: “andaba sin plata y fue a parar a la pensión de una tal Guille de Cabrera. Tenía muchas deudas y vendió las Vegas. Se internó para hacerse operar la vesícula y se quedó en la anestesia, parece que le pusieron mucha. No fue nadie al velorio y nadie al entierro. Los familiares, te acordás, esos de Buenos Aires, aceleraron los trámites, todo se hizo en el día y también se llevaron todo, me entendés, todo, no dejaron nada para ella. ¡Qué hijos de puta!. La Bubulina(3) , pobre...”

La enterraron en el “cementerio de la Santa Cruz”... ...,”en el nicho está su nombre y las fechas 20-I-1896 – 23-IX-1963. Murió sola como un perro. Y pensar que un día que la quisieron asaltar, fue su perro Terry el que la salvó y no lo dejó entrar al tipo. ¡Pobre bicho!. Anda por las calles, abandonado, como su dueña.”

Bibliografía:
Corbacho, Miriam y Raquel Adet. “La Historia Contada por sus Protagonistas”. Ed. Maktub : Salta (2002).
Slodky, David. “Las Fronteras”. Ed. Del Tobogán : Salta (1992).
Soriano, Osvaldo. “Rebeldes, soñadores y fugitivos”. Ed. Prensa Médica Argentina : Buenos Aires (1987).
Yarade, Héctor Reinaldo. “Los que no Alcanzan”, Ed. Plutón : Salta (1979).

Notas:
1. Cuenta la novela de Yarade, en la página 64, que cuando muere Jaime Lemer, alrededor de 1934, “los judíos no permitieron que lo enterraran ahí, entonces el Gangui y otros amigos, ya amaneciendo forzaron la puerta y lo enterraron. Allí hay una lápida con su fotografía.”


2. El “Puente de Fierro” era el actual puente que cruza el Río Arenales, en la Avenida República de Chile, el local quedaba en la margen norte del curso de agua, al oeste de dicho puente, donde actualmente se observa un negocio que gira con el rubro de vivero.

3. La Bubulina hace mención a la amante de Anthony Quinn en la película “Zorba, El Griego”.

MARCELO AGÜERO URQUIZA
Historiador

miércoles, 18 de noviembre de 2009

LA JUANA FIGUEROA

“La Sentencia a Isidoro Heredia, su matador”


Vamos a comenzar esta historia por su final, pues considero que sobre Juana Figueroa se ha escrito mucho, sobre todo de las devociones populares que siguieron a su muerte y el hecho de haber sido considerada como un ícono de la violencia doméstica que victimiza a la mujer, en el que se vieron reflejada muchas de las mujeres de principio del siglo XX y que, a más de cien años de su espantosa muerte, en lo que se diera a llamar “El Crimen del Puente Blanco”, todavía se la venera.

Más allá de los milagros y pedidos concedidos que el pueblo de Salta testifica que esta alma realizara, sobre todo a las damas suplicantes, trataremos este hecho como un caso policial, como realmente lo fue.

El comienzo del siglo que nos antecede, estuvo enmarcado en nuestra ciudad, con un sinnúmero de conflictos políticos y sociales, los primeros años se regaron con homicidios espeluznantes, como el del Dr. Juan de la Cruz Tamayo (que fuera pergeñado desde el poder político); el de los Sargentos del Cuerpo de Vigilantes de la Capital, Rosa Tapia y Juan Suárez (el famoso Sargento Suárez que aun se recuerda en el nombre del Centro Policial de SS.MM.) u otros como el de Antonio Bertolozzi, etc., etc., etc.

El que siguió la historia de la Juana Figueroa, supo que el matador fue su esposo Isidoro Heredia, pero hasta ahí nomás, que fue de esta persona y su destino final se ignoraba hasta este momento, por lo que en este trabajo apuntaremos a conocer como sancionó la justicia este hecho criminal y si esta sanción fue compartida en lo social o no…

La información a desarrollar la encontramos en el Libro Copiador de Sentencias (Nº5), entre los años 1904-1906, “empezado el 9 de marzo de 1904”, folio 196: “Isidoro Heredia por Muerte a Graciela (testado), Juana Figueroa”. Lo de “Graciela” fue una equivocación involuntaria y salvada oportunamente por el escribiente del tribunal.

La sentencia comienza de la siguiente manera: “Salta, septiembre 27 de 1904.” Renglón abajo continúa: “Y vistos: esta causa criminal seguida de oficio a Isidoro Heredia, argentino de 32 años de edad, viudo, carpintero, domiciliado en esta Capital, en la calle Buenos Aires, entre las de San Juan y San Luis, acusado como autor del delito de homicidio cometido en la persona de su esposa llamada Juana Figueroa de Heredia y”

“Resultando”

“1º Este proceso ha tenido por origen una denuncia hecha en la policía por don Pacífico Burgos el 29 de marzo del año ppdo. procediendo un empleado a la instrucción del proceso y trasladándose con el médico de la misma repartición a la calle San Luis hacia el Este, cerca del Puente Blanco a objeto de inspeccionar el cadáver y sitio indicado sin poder recoger más detalles que los que presentaban los despojos humanos de una mujer. Parte de F.1 de los autos.”

Recordemos que el cadáver había sido encontrado en las adyacencias del por entonces conocido “Puente Blanco”, que cruzaba en “Canal del Este” o “Zanja del Estado” (hoy Av. Irigoyen y Pedro Pardo-Talavera). Los fuertes olores producto de la descomposición del cuerpo a días de su muerte, alertaron a los hijos del administrador del “Cementerio de la Santa Cruz” (única necrópolis hasta entonces), quienes habían ido a bañarse al lugar debido a las altas temperaturas que se registraban. Pero sigamos con la sentencia:

“2º A f. 3 vta. Declara un testigo haciendo presente que tiene algunos antecedentes que se relacionan con la investigación, porque una persona le había contado que el procesado fue una noche muy ajitado (SIC) preguntando de su esposa (la víctima) que se le había perdido, etc. etc. y agrega a f. 6 que la presunta víctima tenía un distintivo particular consistente en dos dientes grandes y salientes.”

Recordemos que conforme la investigación periodística de la época, muy allegada a los investigadores policiales y judiciales, se supo en la oportunidad que para comprobar estas señas particulares, únicas características identificadoras por la inexistencia del sistema de identificación papilar de Vucetich, hubo que exhumar los restos de la occisa y realizar una pericia médica policial, para confirmar la presencia de los dientes delanteros sobresalidos. Determinándose recién allí que se trataba del cuerpo de quien en vida se llamara Juana Figueroa de Heredia…

“3º de f. 13 vta. a 18 vta. presta declaración indagatoria el procesado expresando que es el autor único de la muerte de su esposa, cometido en esta ciudad a inmediaciones del Puente Blanco, en la noche del 21 del mes de Marzo del año ppdo. como a horas 10 y ½ p.m. que ha cometido el hecho porque su esposa muy a menudo abandonando el lugar en compañía de sus queridos, haciendo poco tiempo que se encontraba en su casa de regreso de Buenos Aires donde se fue con Calixto Cásares (SIC) A mas su misma esposa varias veces lo había amenazado que le haría quitar la vida con algunos de sus predilectos.”

Observamos hasta aquí que la defensa de Heredia arrima a la causa dos hechos muy fuertes para el imaginario social de la época: Primero, el abandono de hogar que hace la víctima, según su homicida, hecho que en la época era condenado no solo socialmente, sino hasta en las normas contravencionales que incluso, facultaban a la policía a irrumpir sin orden en el lugar donde se escondiera la cónyuge y ser devuelta a su marido y, ante la negativa de ésta en ir a su domicilio, era depositada en el Hogar “El Buen Pastor” (especie de cárcel de mujeres) hasta que acceda a las exigencias del marido. Y segundo, la presencia de supuestos “queridos” y “predilectos”, amantes de la víctima y elementos de las supuestas amenazas que recibiera Heredia (de las que nunca antes había denunciado). En una sociedad machista como la mencionada, con leyes judiciales, morales y sociales a fines de la protección de la imagen del “jefe” de hogar, una trasgresión a las mismas bien vale una muerte según y para esta defensa…

“4º A f.31 presta declaración Calixto Cáseres diciendo que efectivamente mantenía relaciones amorosas con Juana Figueroa, habiéndola llevado a Buenos Aires ignorando que fuese casada”.

Esta declaración viene a dar fuerza a los dichos del confeso asesino, pero en parte, ya que solo se establece la infidelidad de Juana, pero al decir Cáseres que desconocía el estado civil de la víctima y que mantenía “relaciones amorosas” con ella, echa por tierra las amenazas y la presencia de otros amantes sino ¿como podría viajar a Buenos Aires?

5º A f. 38 vta. el Sr. Agente Fiscal pide se le aplique al reo la pena de presidio por tiempo indeterminado con las accesorias y costas, por concurrir varias circunstancias agravantes y una sola atenuante”.

Sin comentarios por la supuesta atenuante que a simple vista no se observa… Sigue el mismo punto diciendo:

“De f. 41 a 50 vta. el Defensor del procesado hace un estudio muy ilustrativo y detallado del proceso señalando todas las circunstancias como se ha producido el hecho, desarrollando el sistema de la penalidad en nuestro código, y para concluir que su defendido está exento de toda pena y”

“Considerando”

“1º Que la única prueba de la perpetración del delito en el caso en cuestión es la confesión del encausado y en la cual se basa la acusación fiscal para pedir la condenación del reo. Que las demás piezas del proceso solamente ha servido para la investigación del hecho mismo.”

“2º Que la única circunstancia agravante que concurre al caso sub júdice es el abuso de la superioridad por la edad, fuerza y sexo, art. 48º inciso 1º del C. Penal. Los de mas que señala la acusación no concurren porque la primera es calificativa del delito, no ha habido alevosía ni se ha aumentado el mal ni se ha obrado con premeditación ni astucia ni abuso de confianza, para establecer todo esto era menester que así apareciese de autos, lo cual no está comprobado.”

“3º Que si bien el Agente Criminal ha obrado bajo la influencia de una perturbación intelectual no imputable al autor del hecho, art. 83 inciso 1º del código citado, no es menos cierto que ha tenido conciencia de dicho acto puesto que en los términos de su propia declaración aparece el móvil del crimen, el jermen (SIC) del mismo, el odio, el resentimiento hacia su esposa, las amenazas hechas por ella anteriormente que no entrañaban un peligro real e inminente que pudiera autorizar la fuerza y violencia ejercitadas con la víctima. A mas no ha habido agresión ilegítima.”

“4º Que también concurre otra circunstancia atenuante y es la irritación o furor del delincuente al cometer el hecho. Art. Antes citado inciso 6º.”

“5º Que aun en el supuesto que la víctima misma provocó el acto homicida con ofensas o injurias ilícitas y graves, no podría aplicarse la sanción penal del art. 97 puesto que es referente a simple homicidio.”

“6º Que los antecedentes que narra la defensa para patentizar la conducta desordenada de la víctima no está solamente comprobada en autos a no ser respeto los puntos a que se refiere la indagatoria misma”

“Muy loable por cierto y honroso el afán del defensor que cumple un mandato legal y de conciencia pero de ninguna manera capaz de paralizar la sanción pernal que pesa sobre el delincuente que ha manchado un hogar con la sangre de su esposa y perturbado el orden social con un verdadero asesinato.”

“Por estos fundamentos, no obstante la acusación fiscal, lo pedido en la defensa, definitivamente juzgando fallo: condenando a Isidoro Heredia como autor de homicidio cometido en la persona de su esposa a la pena de diez años de presidio, de acuerdo con lo dispuesto en los artículos 17 inciso 2, 4 p. a y 5º, 48 y 49 del C. Penal con costas y si no fuere apelada elévese. Justiniano L. Arias – Ante mi Camilo Padilla.”

Después de leer el fallo judicial del Dr. Arias, transcripto por el Escribano Padilla… ¿Qué sensación le queda estimado lector? Ahora ¿Se da cuenta por qué a poco de la muerte de nuestra Juana Figueroa empezaron a florecer un sinnúmero de velas encendidas a la orilla del canal y sobre el mismo puente? Velas que aun siguen prendiéndose… Es la voz callada de un pueblo que condena aquellos actos equívocos que emana el poder. Ese poder que oprime, que acalla voces que se alzan en gestos para manifestarse en su contra… como aquel milenarismo que rugió en silencio ante los abusos de la conquista.



MARCELO RUBÉN AGÜERO URQUIZA

jueves, 5 de noviembre de 2009

POESÍA AL ABORTO

EL CIELO ESTA VOMITANDO SANGRE POR LA LLAGA INCURABLE DEL CREPUSCULO...
EL VIENTO GIRA Y SE RETUERCE POR MI CUERPO ...A VECES PIENSO:
"NUNCA LA BRISA ES MAS COMPASIVA QUE CUANDO SE LLEVA LAS LAGRIMAS"!!
DEJAME VER TU PAISAJE!!..NO OCULTES!..QUIZAS;.. HOJAS DE UN ATARDECER
ALQUITRANANDO EL SUELO DE LOS SENTIMIENTOS,..UN PROFUNDO DESIERTO
SIN MAS FERTILIDAD QUE LA RESIGNACION DEL DESENCUENTRO;..



PERO NO ES TODO!! EN TU INTERIOR UN NIÑO DESNUDO QUE LLORA,
QUE IMPLORA LA ESCENCIA DE UN ALGO!!



..SABES ?.. HE TRASCENDIDO LAS FABULAS Y LOS CUENTOS!,
VENDRAN POR MI SUS OSCUROS PERSONAJES VENGADORES DE LO INCIERTO!!
DE ESA MANERA PAGARE MI CULPA!!!. .VERAS MI CORAZON BALANCEANDOSE
DE ALGUN OLMO, Y LO ESCUCHARAS (A MANERA DE UN LLANTO SERENO)
"DESAHOGARSE EN LAS ARENAS BLANDAS DEL SILENCIO"



                                      DR. EDUARDO OLAIZ