Hacia 1903, la ciudad de Salta se presentaba pujante al resplandor del nuevo siglo. Aunque, por entonces, mantenía aun el aspecto de una gran aldea, con su población desarrollada alrededor de la “Plaza 9 de Julio” que era el único paseo en condiciones que se contaba, debido a que la “Plaza Belgrano”, frente a la Penitenciaría y Comisaría Central, por su abandono, le habían crecido naturalmente algunas especies hortícolas entre los yuyos sin cortar. Por su parte, recién se formaba la comisión encargada del arreglo y ornato de la “Plaza General Güemes”, todavía un erial, fijando su oficina en el entonces Palacio de Gobierno (hoy la legislatura), en la que ocupaba el Concejo de Higiene de la Provincia; su Presidente fue don SALUSTIANO SOSA, RICARDO ARÁOZ su Tesorero y el Secretario fue don POLICARPO ROMERO.
La ciudad limitaba al Norte en las vías del ferrocarril hasta donde llegaban las últimas casitas, que lo hacían solamente por las calles Mitre, Zuviría (que por entonces se llamaba Alsina) y Balcarce. Al Sud el Río Arias, habiendo casas únicamente desde calle Pellegrini (que por entonces se llamaba 11 de Setiembre) hasta Alberdi. Por el Oeste el caserío subía hasta el Molino de Patrón, por las calles Alvarado, Caseros y España y por el Noreste, el límite era la Zanja del Estado (actual Irigoyen).
Todos los alrededores estaban distribuidos en grandes casas quintas, mientras que los márgenes citadinos se encontraban en lo que hoy forma parte del macro centro. Las casas donde se juntaban lisonjeras damas dedicadas al comercio carnal, se hallaban por calle Buenos Aires entre San Juan y San Luís, o en la antigua 20 de Febrero (hoy Ituzaingo) en los conventillos que existían hasta hace poco tiempo entre Mendoza y Corrientes (la actual San Martín); o las negras, indias y hasta algunas criollas que asentaban sus reales en el “bajo” que hacía el desnivel del Río Arenales. Contaba Salta con entonces veinte mil almas.
Veinte mil almas que bebían 60.000 docenas de cervezas “Quilmes” al año y que sus fabricantes, incluso su único concesionario en Salta don MIGUEL DE LOS RIOS, festejaban su “gran triunfo sobre todas las demás cervezas fabricadas en el país”.
Pero no era la única en el rubro… la Compañía Cervecería Biecker Ltda.., fundada en 1900 y hecha en Retiro (Buenos Aires), con el único concesionario en esta ciudad, don ARÍSTIDES HADROWA, sacaba sus marcas “Pilsen” (cerveza blanca), “Bock” (conocida como la obscura) y la “Africana” (cerveza negra), agregando que “estas cervezas no necesitan bombos ni recomendaciones y la prueba es que en todas las exposiciones nacionales y extranjeras en que se presentaron fueron declaradas Hors Concours o premiadas con las más altas recompensas: El Gran Diploma de Honor.
En cuestión de premios, parecería que todas eran ganadoras. También la Cerveza Río Segundo, afirmaba ser “premiada en las exposiciones nacionales y extranjeras, por ser la más exquisita, la más sana y la de mejor paladar”; agregando que eran “cervezas puras: negra y blanca (Pale – Ale)”. Su único concesionario en Salta fue la Casa Introductora de MOYA HERMANOS, almacén por mayor de calle Libertad (hoy Alberdi) Nº 297, con especialidad en harinas de Santa Fe y yerbas paraguayas, marcas propias “León”, “Corá” y otras marcas acreditadas con un surtido completo en artículos del ramo.
Los vinos no se quedaban atrás en cuestiones de venta, ya que eran traídos de Cafayate y Tolombón, “blancos y morados de superior calidad de las acreditadas bodegas Buen Retiro, San José y El Puerto de Gabriela T. de Michel” quien vendía a precios sin competencia en su casa de calle España esquina 20 de Febrero.
Otras buenas ventas se realizaban en RITZER Y CIA, que tenían una surtida vinería en calle Alvarado entre Florida y Libertad (hoy Alberdi).
Los almacenes también eran muy surtidos y la mayoría eran los llamados de “Ramos Generales” tal que se vendía de todo en ellos, quedaban en la zona céntrica y proveían a todas las familias salteñas.
Uno muy especial era el “Almacén y Recreo San Martín” de calle Buenos Aires esquina San Luís, “a una cuadra del Tranway , en la antigua Quinta Maldonado” constituyéndose en “la única casa más central que ofrece todas las comodidades al público como para paseo recreativo. La quinta tiene variedades de árboles frutales, hermosos parrales, hortalizas, jardines, juego de sapo y bochas, etc., etc. Sala de Café y grandes galerías adecuadas para banquetes y lunchs . Surtido completo de conservas, vinos y licores finos. Fiambres y minutas a toda hora. Se preparan comidas con aviso anticipado. Variado surtido en artículos de almacén; especialidad en semillas de hortalizas de todas clases, recién recibidas de Europa. Compra y venta de frutos del país”. Este negocio era de PEYROTTI y CORLATTI.
Aparentemente, el público consumidor desconfiaba de los comerciantes, en lo que se relacionaba a las pesas de las balanzas o a los volúmenes de los medidores de artículos líquidos, por algo surgió el pedido de la “yapa”, como para resarcirse de las malas medidas. Por ello, don FRANCISCO BARDI, conocedor de esta problemática llamo a su negocio el “Almacén de la Buena Medida”, de calle Caseros, frente a la Iglesia de La Merced.
Don FELIPE MORENO, en calle Caseros 154 al 158 atendía la tienda y almacén “Buenos Aires” y “La Gloria” la casa “más acreditada, la que presenta mejor surtido y vende más barato”. Por su parte, don ANGEL LOPEZ, en el almacén “Estrella del Norte” de calle Mitre 466, entre América (hoy Alsina) y Necochea, compraba alas de cóndor y, en la “Fabrica de Vela y Jabón” de don JOSE T. AGUILÓ, de calle Corrientes (hoy San Martín) y Jujuy, compraban cera de abeja en cantidad que se lleve y a buen precio.
Eran también muy vendidas las “Tabletas de Creosota” de Scott & Bowne que era “decididamente la mejor forma de tomar creosota. De olor y sabor agradables. No causan eructos ni desarreglan el estómago como sucede cuando se toma creosota en cualquiera otra forma. El antiguo método de tomar creosota mezclada con aceite de hígado de bacalao o en cápsulas, ha caído ya en desuso. Tómese estas tabletas como una hora antes de tomar la emulsión de Scott Legítima y de acuerdo con las instrucciones que lleva cada pomo. Las tabletas de creosota de Scott & Bowne y la legítima emulsión de Scott son los mejores y más eficaces remedios que se conocen para el tratamiento de la Tisis. La emulsión de Scott fortalece y robustece todo el cuerpo, purifica la sangre y detiene la extenuación; mientras las tabletas de creosota impiden la multiplicación del bacilo tuberculoso y neutralizan el veneno que segregan esos gérmenes”. Scott & Bowne eran químicos de New York y se vendían en todas las boticas.
Como ser la “Droguería y Botica Alemana” de calle Caseros frente al antiguo Palacio Episcopal, (hoy sería el predio ocupado por la Tienda San Juan). “Esta acreditada casa cuenta con un surtido permanente de drogas, productos químicos y aparatos de cirugía. Se venden también jabones medicinales y de tocados, contando además con un espléndido surtido de perfumería. Las recetas y todas clases de pedidos se despachan con prontitud y esmero. Despacho nocturno.” Este negocio pertenecía al señor ERICH V. DUFAV.
También “Farmacia y Droguería Italiana”, de calle Florida esquina General Urquiza, con un “surtido completo de especialidades europeas y Norte América”, como así “se despachan con prontitud y exactitud los pedidos de la campaña a precios módicos garantiendo la pureza de la droga que expende”.
En estos locales, también se vendía “Militta”, un preservativo “infalible de las enfermedades venéreas y sifilíticas premiado por la Sociedad Europea de Ciencias Médicas. Un tubito dura largo tiempo.” Su precio era de tres Pesos Moneda Nacional.
El rubro librerías estaba compuesto, entre otras, por “La Industrial” de don ANTONIO RODRIGUEZ, en calle Caseros 165 y “El Comercio” de don RAMON R. SANMILLAN, de calle Libertad 393, donde llegaban “La Nación”, “La Prensa” y “Don Quijote”, entre otros diarios y revistas.
En cuestión de tiendas, “El Progreso” con comprador permanente en Buenos Aires, “Casa Introductora de don MANUEL M. SOSA Y CIA”, fundada en 1880, con “el lema de la casa de vender mucho y barato, lo ha colocado fuera de toda competencia”; por ello, en marzo de 1903, El Progreso abría una sucursal con el rubro Sastrería, “en virtud de las exigencias de la numerosa clientela, confeccionando trajes de frac, smoking, levita, yaquet y saco”. En 24 horas confeccionaban un traje en esta nueva sección de URRESTARAZU. INSAUSTI y GARCIA.
Las grandes novedades en sombreros, corbatas, camisas, cuellos, puños, bastones, guantes para hombre y señora, perfumería, etc., acababan de recibir en LERIDA HERMANOS, de calle Libertad 289.
También “MIGUEL LARDIES Y CIA.” Agentes del Banco Español del Río de la Plata, casa importadora directamente de Europa, con registro, mercería, bazar y ropería por mayor y menor, con confección de trajes a medida, casimires de la mejor calidad. Asimismo daba “giros a la vista sobre cualquiera plaza de Europa, Norte América, Antillas, Centro América y posesiones de Europa en Asia y África”.
En el rubro calzados, la zapatería y botería “La Argentina” de M. SALOM e Hijo, de calle Libertad 298 – 302, desarrollaba sus actividades con especialidad de calzados a medida “esta nueva casa cuenta con un espléndido surtido de calzados de todas clases y las marcas más acreditadas.
“La Catalana”, fábrica de calzados por mayor y menor de CANALS y CAMPILONGO, de calle Caseros 166 – 168, con sucursal “La Florida” de calle Florida esquina Caseros, tenían un gran surtido de calzados de temporada.
Si de construcción se trataba, don FRANCISCO SANMILLAN, mandaba Oficiales Carpinteros, albañiles y pintores a cualquier punto de la campaña. Los interesados podían dirigirse personalmente o por carta a calle 20 de Febrero esquina Boulevard Belgrano.
CONSTANTINO KUNDSEN y SORAIRE, fusionaban por primera vez y con mucho éxito los rubros: mueblería, tapicería y carpintería y se ponían a la vanguardia en la venta de muebles finos.
No habían automóviles, pero en “La Buenos Aires” de BARBARAN y ALBEZA, de calle Florida esquina Mendoza, se encontraba la fábrica de carruajes y carros. “Ponemos en conocimiento de nuestra numerosa clientela y al público en general que tenemos en venta toda clase de carruajes nuevos y usados, como ser: Milores, Vis a Vis, Americanas, Brek, Tílburis de 4 y 2 ruedas y Jardineras a precios sin competencia. También hacemos cambio de coches nuevos por viejos.” Como así “se hace toda clase de reparaciones pertenecientes al ramo con prontitud y esmero, para lo cual contamos con suficiente personal y competente”.
Entre los hoteles se encontraban el “Hotel del Norte” de SEGUNDO DIEZ OLMOS, en calle Florida 331; “El Argentino” funcionaba en el antiguo restaurante “La Florida” de SILVERIO POSTIGLIONI, en calle Libertad entre Alvarado y Urquiza.
De los hoteles los pasajeros iban a la Estación del Ferrocarril, otro paseo público que juntaba las distintas clases sociales en los andenes pero las volvía a separar dentro de los convoyes conforme el tipo de boleto adquirido: “De Primera” o “De Segunda”.
De todas maneras, nuestra estación dependía de la de Tucumán. Ya que si uno quería viajar a Córdoba o Buenos Aires, debía realizar combinación en San Miguel y para viajar a Jujuy se debía hacerlo vía Estación General Güemes.
El ferrocarril “Central Norte” salía de Salta a Tucumán y viceversa de la siguiente manera:
El tren de pasajeros salía los días lunes, miércoles y viernes a horas 10 de la mañana y llegaba a destino a horas 20:35, pasando por Güemes a horas 11:35, por Metán a horas 14:53, Rosario de la Frontera a las 16:05, Trancas 18:10 y Tafí Viejo 20:04.
De Tucumán a Salta, salía los domingos, miércoles y viernes a las 7 de la mañana; llegando a General Güemes a las 16:40, pernoctando por espacio de diez minutos, para volver a salir a las 16:50 y llegar a nuestra ciudad a horas 18:35.
El “Mixto Nº 8” salía todos los días a horas 07:00 para la Estación General Güemes, donde llegaba a horas 08:55. Se llamaba “Mixto” porque llevaba vagones de pasajeros y de carga. En Güemes se podían realizar las combinaciones a Jujuy. De vuelta, salía a las 17:10 arribando a las 19:45 en medio de una nube de vapor y humo.
También salía todos los días un tren hasta la Estación “Facundo de Zuviría” en el pueblo de El Carril, pasando por Alvarado, Cerrillos, La Merced y Las Pircas.
Y a la hora de fumar, generalmente era el hombre que lo hacía, ya que en la mujer era mal visto en público y, la que fumaba, era tildada poco menos que de prostituta. Esta imagen se mantuvo hasta hace muy poco tiempo, teniendo la mujer fumadora que abstenerse de hacerlo en público por el “¿que dirán?”
Como decíamos, los hombres fumaban cigarrillos tales como “Rey del Mundo”, “Bohemios”, “La Popular” o “Nº 1” y, para incentivar su consumo, los fabricantes lanzaron en 1903 un premio consistente en la devolución del 20% de lo consumido, o sea que por cada cinco marquillas o etiquetas con toda o parte de la estampilla fiscal adherida, se le entregaba un paquete de cigarrillos y todo “en beneficio de los fumadores”.
Con respecto a la educación escolar, había personas que tenían “Casas de Pupilajes”, los dueños eran generalmente maestros que recibían alumnos que procedían de otros pueblos de la campaña y les daban alojamiento, comida y asistencia educativa; tal el caso del Profesor Normal HECTOR P. GONZALEZ, con domicilio en calle Caseros 339 y 343, entre Jujuy y Arenales, manifestando que “ponía en conocimiento de los padres de familia, especialmente los de la campaña que me encargo, como en años anteriores, de la preparación de los estudiantes que concurran al Colegio Nacional y a las escuelas de esta Capital, obligándome a darle a los internos (pupilos) buen trato y sana y variada alimentación”.
Por su parte, el internado del Profesor Normal JOSÉ JUÁREZ TELLEZ, en calle Lerma entre Caseros y Alvarado, admitía “internos, medios internos y externos concurrente a cualquiera de las escuelas o colegios”. También se preparaban alumnos “para examen de ingreso a cualquier establecimiento de educación, como ser el Colegio Nacional, o Militar, o Naval, etc., etc.” Se daban incluso lecciones a domicilio.
La escuela “Benjamín Zorrilla”, abría sus puertas por mañana y tarde para los niños, aunque “también se inscribirán a los alumnos de la Escuela Nocturna Nº 2 que funciona en el mismo edificio, de 8 a 11 p.m. y 7 ½ a 9 p.m. se inscriben adultos, es decir obreros de más de 18 años”.
Todos podían ser dibujantes con el pantógrafo “Exclesior”. Instrumento que “necesitan todas las personas: ingenieros, dibujantes, bordadoras, fotógrafos, pintores y todos los que gustan dibujar, textualmente aumentar o disminuir hasta diez veces cualquier dibujo” por solo tres pesos.
Los Escribanos Públicos tenían un enorme trabajo en las cuestiones legales de los salteños, entre ellos mencionaremos a los profesionales WALDINO RIARTE y ZENON ARIAS. Entre los Abogados mencionaremos al Dr. DAVID ZAMBRANO, JUAN DE LA CRUZ TAMAYO y JESUS PLAZAOLA entre los muchos de la época, como el Juez de Instrucción, Dr. LUIS LÓPEZ.
Salta comenzaba a extenderse y los terrenos se remataban en locales a tales fines frente a la Plaza “9 de Julio” o en el del “Expreso Villalonga”, también frente a la Plaza Principal. Entre los martilleros de la época mencionaremos a JUAN A. VELARDE, RICARDO LOPEZ y PEDRO SOLIVERES.
El servicio de iluminación eléctrica era malo y caro. Se pagaba por cada foco que tenía el inmueble y recién se habían comenzado los trabajos de traer el agua corriente desde los bañados de Las Costas y realizar el tendido de la red cloacal; pero la cosa estaba aun verde, por lo que los viejos y malolientes carros atmosféricos circulaban perdiendo parte de la carga por las calles salteñas.
Los más renombrados de la sociedad salteña eran asiduos a los grandes banquetes o se concentraban en el Teatro Victoria, como único centro cultural de la ciudad.
Y a pesar de que los ojos estaban puestos en Buenos Aires y Europa, utilizándose en el habla general palabras inglesas como “green field” por cancha de fútbol, “tranway” por tranvía, etc., o francesas como “boulevard” por avenida, aunque esta sea un zanjón como la entonces Belgrano; ocurrían ciertas cosas que la prensa aburrida no dejaba de lado y que hacían acordar a los pobladores que estaban en Salta nomás…
Como el caso de estos artículos extraídos del Diario “La Montaña” del 24 de marzo de 1903 que a continuación se transcribe.
Mujer Guapa: En la tarde de ayer, el matrimonio que lo compone SANTOS PEREZ y LUCINDA N., al regresar por la calle Caseros al centro de la ciudad, frente a la casa del señor JUAN PEYRET, se trabaron en pelea, cayendo ambos dentro de un bache donde luchaban como unos tigres enlodándose hasta los ojos. El cuadro proporcionó un espectáculo curioso para ese vecindario que miraba con asombro el valor y destreza de LUCINDA para defenderse y atacar a su esposo con los puños crispados aunque ya le había asestado numerosos golpes. Felizmente de la refriega, ninguno resultó más que con pequeñas lesiones en la cara…
Accidente: Ayer, como a las 5 p.m. el sujeto M. NUÑEZ, que se dirigía en coche por la calle España hacia el poniente, pretendiendo mirar algo que dejara atrás el vehículo que marchaba en dicha dirección, piso en un estribo para mirar en cuya circunstancia resbaló y cayó sobre las piedras del pavimento donde se produjo una lesión, al parecer leve, en la frente.
Con respecto a la Policía, en la ciudad capital existía el Cuerpo de Vigilantes que tenía una Comisaría Central, en el edificio con murallas almenadas de piedras, donde también funcionaba la Penitenciaría.
Este edificio, que se encuentra sobre calle General Güemes Nº 750, frente a la Plaza Belgrano, comenzó a construirse como cárcel pública después del 8 de junio de 1872, cuando se colocó su piedra angular y bajo de ella, en una urna especial, el acta refrendada por las autoridades presentes en tal solemne acto, del que fue padrino el Brigadier General héroe de la Independencia, don RUDESINDO ALVARADO, representado a causa de su enfermedad por el Dr. JUAN PABLO SARAVIA. Acta que fue firmada entre otros por el señor Gobernador de la Provincia don DELFIN LEGUIZAMON.
Este nuevo lugar, resultaba ser más seguro que los antiguos calabozos del Cabildo; aparte, servía para que la fuerza del orden actuara con más soltura y comodidad en este nuevo y amplio cuartel.
El uniforme consistía en un quepis, color arena, con visera y barbijo negro de cuero. Constaba de una “garibaldina” o chaqueta, con bolsillos superiores e inferiores aplicados y bombacha de montar, ambos de color arena, del mismo que el utilizado por las fuerzas del General JULIO ARGENTINO ROCA en la Conquista del Desierto. El calzado, botas de montar o polainas. Sobre la chaqueta un grueso cinto de cuero y colgando a la izquierda de éste un ancho y pesado sable de caballería.
Como dijimos, en esa época no había vehículos automotores, y nuestra policía, como único transporte, tenía un carro, tipo jaula, en el que trasladaba a los detenidos y presos.
Los hombres que componían esta fuerza de seguridad, generalmente eran enganchados para el servicio policial obligatorio que existía en esta provincia y la mayoría se trataban de gauchos sin conchabos o que presentaban las condiciones para exigidas para dicho servicio. Como lo hubo posteriormente en el Ejército Argentino, en los Vigilantes también se sucedían los desertores y prófugos de las filas del Cuerpo, los que una vez capturados eran ingresados al servicio, previo castigos de cepo y otros trabajos físicos a fines de que recuperaran el espíritu policial.
Los que gustaban de esta carrera, continuaban la misma después de cumplido el servicio y eran acreedores de un grado policial, conforme a como se destacaba en su carrera. De todas maneras, la paga nunca fue buena y en muchas ocasiones el hombre de la repartición se costeaba solo el alimento y montura cuando tenía que salir en distintas comisiones.
La vida política era dura y, desde el poder todo era válido, hasta los balazos y las muertes de los oponentes políticos. Surgían figuras que se hacían llamar caudillos, pero tenían más de matones a sueldo que otra cosa. Y esto se vería claramente en los hechos que produjeron la muerte del Dr. JUAN DE LA CRUZ TAMAYO y que trataremos más adelante.
FUENTE:
DIARIO LA MONTAÑA (Salta), varios ejemplares del mes de marzo de 1903.
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