jueves, 20 de mayo de 2010

EL ESTADO DE LA CIUDAD DE SALTA AL MOMENTO DE LA REVOLUCIÓN

Encontramos en el provechoso libro de un grande de la historia argentina como es don Armando Raúl Bazán, me refiero a la “Historia del Noroeste Argentino”, aspectos importantes de la ciudad de Salta en las vísperas de la Revolución de Mayo de 1810. Por lo que “Salta Nuestra Cultura” en adhesión a los festejos del Bicentenario, expone al lector los momentos que se vivían en Salta antes de esos tumultuosos y discutidos días de mayo…

Cabildo de Salta

La capital de la Gobernación - Intendencia de Salta del Tucumán contenía en su jurisdicción a los cabildos y ciudades de Jujuy, la flamante San Ramón de la Nueva Orán (1794) y la reciente incorporada Tarija junto con el partido de Chichas (1807). A cargo del gobierno se encontraba don Nicolás Severo de Isasmendi, desde el 29 de abril de 1809 y, desde 1807, se encontraba a cargo del nuevo obispado el Dr. Nicolás Videla del Pino.

Edificio del antiguo cabildo de la ciudad de Jujuy

Según nos refiere Bazán “Isasmendi era salteño y pertenecía al viejo patriciado feudatario con importantes propiedades rurales en el Valle Calchaquí. Había sido nombrado por Liniers quien lo dispensó por el impedimento creado por su lugar de origen. Cuando asumió el cargo la clase dirigente estaba dividida por enfrentamientos lugareños, aunque parecía haber un sentimiento generalizado de fidelidad a la monarquía. Esos conflictos dañaron el prestigio de la autoridad y el propio Isasmendi no pudo evitar choques con el obispo y el Cabildo que le obligaron primero a solicitar su relevo y luego de renunciar al cargo en vísperas del pronunciamiento de Mayo”.

La antigua bodega Colomé fue fundada en 1831, probablemente por el gobernador español de Salta, Nicolás Severo de Isasmendi y Echalar

En realidad no fue que Isasmendi quería la continuidad de la autoridad proveniente de la península que en esos momentos era blanco de las invasiones napoleónicas que habían puesto en cautiverio al monarca Fernando VII, ya que el propio gobernador fuera amonestado por el virrey Cisneros en 1809 por no reprimir a un subversivo grupo de abogados que ponían en duda los legítimos derechos del Rey sobre sus dominios en América.

Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros

Las ideas separatistas, según Bazán, habían llegado a Salta y la desarrollaban miembros de la clase dirigente, vecinos ilustrados que habían recibido la propaganda revolucionaria, seguramente por una doble vía de comunicación: por un lado, los movimientos altoperuanos de Chuquisaca y La Paz, cuya represión por parte de los funcionarios de la corona le costaron la vida a dirigentes como Murillo, otros resultaron presos y un tercer grupo pudo escaparse de la venganza y el escarmiento público a que fueron sometidos los prisioneros por el mariscal Nieto en 1809. Entre los fugitivos se encontraban el tucumano Bernardo de Monteagudo y los hermanos Zudañéz. Es evidente que estos movimientos repercutieran en el Norte, especialmente en Salta, Jujuy y Tucumán.

Bernardo de Montagudo

Detención de Jaime de Zudañez

Por otra parte se tiene noticias de la propaganda revolucionaria mantenida por el coronel José de Moldes. Este salteño, hijo de un fuerte comerciante había cursado estudios en España, donde se compromete con la logia independentista de Cádiz para los países americanos. En esta sociedad se encontraban Carlos María de Alvear, José de San Martín, Zapiola, O’Higgins, Anchoris y Zufrategui. Después de una fracasada misión en Londres, Moldes es enviado al Río de la Plata para informar sobre el estado en que se encontraba España y difundir las ideas de la revolución. De las exitosas reuniones en Buenos Aires pasa a Córdoba donde el jefe de las milicias, Tomás Allende, no acompañaba la causa de la revolución, si teniendo éxito en Santiago del Estero con el capitán Juan Francisco Borges, en Tucumán con el Dr. Nicolás Laguna y en Salta “realizó activa propaganda a favor de la revolución. A esas reuniones se refería seguramente el virrey Cisneros cuando reprochó a Isasmendi no haberlas reprimido”. Nos dice hasta aquí Bazán.

José de Moldes

Este era el clima político que se vivía en la ciudad de Salta en los momentos previos a la revolución de Mayo de 1810. Un gobernador, Isasmendi, quien especula conforme a las circunstancias que se suceden y que, en un momento dado, plantea su renuncia ante las fuertes presiones de una ciudad cuyos vecinos más importantes, al recibir secretas noticias sobre la situación de la corona y del germen revolucionario americano, comienzan un enfrentamiento ideológico, cuyo resultado desarrollaremos más adelante…

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