De Cochabamba salí a las ocho de la noche en el "Trans Copacabana", donde por 54 bs (unos 34 pesos) me llevaría hasta Potosí. Ya era de noche cuando el camino comenzaba a ascender las altas montañas que cobijan la hermosa ciudad que me despedía. Esta ciudad asemejábase un río de encendida lava desde el filo del altiplano una vez llegado a sus alturas. A las tres de la mañana llegamos a Oruro que nos recibió en una madrugada fría y desierta. Más tarde anduvimos por el Lago Poopó cerca del heladísimo Salar de Uyuni, a las cinco de la mañana un café en Challapata me entonaba el cuerpo que ya sentía el frío cordillerano. A las 7 de la mañana llegué a Potosí, emplazada a casi 4.000 (3936) m s.n.m., algunos dicen que junto a la ciudad de Lhasa en el Tibet, es la ciudad más alta del mundo. Su población actual alcanza a los 133 mil habitantes, aunque en la época de la colonia, donde las ciudades eran caseríos, Potosí superaba el millón de habitantes. Claro que todo era por este cerro que les presento a continuación...
El Cerro Rico de Potosí, descubierto por el indio Diego Huallpa (1544), a quien se le habían extraviado dos llamas y como buen pastor se fue a buscarlas al cerro en cuestión, a la noche hizo una gran fogata para aplacar el frío y a la madrugada observó que bajo el fuego, la tierra había llorado lágrimas de plata. Después (bueno... como siempre) al saber la novedad se vinieron Diego de Centeno y Juan de Villarroel y convirtieron al lugar en el "Monedero de los Andes" tal cual lo dice el investigador Wilson Mendieta Pacheco, en un libro homónimo (Ed. Zulver. Potosí: 2002), pues aquí se instaló la Casa de la Moneda del Potosí, donde se fabricaron las primeras macuquinas para todo lo que fue el Alto y Bajo Perú y posteriormente el Río de la Plata. El costo de la extracción de la plata del Cerro Rico fue grande, se llevaron miles de vidas humanas, en la mita minera y animales, como el caso de los mulares que en las norias de enlaminado de la Casa de la Moneda, debido al frío y al extenuante trabajo llegaban a vivir solo seis meses.
Detalle del portón de acceso a la Casa de la Moneda del Potosí.
Potosí presenta una importante arquitectura colonial que veremos a continuación al igual que sus paseos públicos...
Potosí cuna del charango
Entramos a la Casa de la Moneda de Potosí, este museo, el más importante de Sudamérica, cobra una entrada de 20 bs ($ 12,5), para sacar fotografías en su interior se le adiciona 20 bs y para filmar 40 bs. Como Quebracho andaba en eso de hacer coincidir el dinero con el placer, solo pagó la entrada y sacó fotografías donde estaba autorizado, de todas maneras, fue una linda experiencia...
Nos juntamos los visitantes en un patio, a la espera que todos estemos listos para comenzar el recorrido guiado. Nos dividimos en dos grupos, uno de habla hispana y otro de habla inglesa. En el primer patio nos espera con una sonrisa que da terror el mascarón que se le atribuye a un francés de apellido Mulón que representa a muchos personajes si se quiere de la época, algunos dicen que es el indio huallpa, otros el dios Baco, otros al presidente y algunos al director; muchos dicen que la mitad del rostro está llorando y la otra mitad se ríe como en las carátulas del teatro. Me imagino la cara de los indios que ingresaban al lugar sin saber si saldrían del mismo, al ver a ese blanco con risa maquillada. Claro que no todos los indios ingresaban a la Casa de la Moneda, eran solo los que tenían las especialidades que se requerían. No ocurría lo mismo en los cientos de zocavones del cerro ahí cerca.
El recorrido comienza con salones donde se observan infinidades de piedras de la zona, preciosas y semi preciosas, de distintos colores y tonos, junto a metales de una minería exquisita en oro y plata. Si bien es cierto el Cerro Rico de Potosí tiene plata, el oro era extraído de minas cercanas y en menor cantidad. Toda esta riqueza había sido capaz de producir un mercado interno en las antiguas Indias, de la que Salta y hasta Buenos Aires no estaban ajenos. De Buenos Aires y Santa Fe junto a todo el litoral se comercializaba con las carnes y cueros; los vinos venían de Chile y de Cuyo, los vidrios de Córdoba; del Tucumán el algodón, lienzos, miel, cera, sebo, mulas de la ciudad de Salta y Jujuy, haciéndose famoso en la zona este comercio como las llamadas "Ferias de Sumalao". Por los caminos de los tambos viajaban lentos carros con mercaderías de lugares distantes para satisfacer las demandas potosinas que bien pagaban con monedas de plata.
Después observamos la sala de laminado y como era la industria del siglo XVI con maquinarias de madera y tracción a sangre; postweriormente el ingreso del vapor y al último la electricidad requirieron menos cantidad de hombres para la acuñación de monedas. Macuquinas fueron las primeras monedas, las que se fabricaban a golpes, de ahí su nombre, de sus orillas malformadas se sacaba metal de plata y se empezó a hacer otras monedas con materiales aliables de baja calidad, por lo que las macuquinas fueron sinónimo de "truchas" por un buen tiempo hasta que se las sacó de circulación. También se fabricaron medallas y muchas piezas de gran valor artesanal, como teteras, soperas, cucharas, sillas de monturas, etc.
Al final de la visita, y dentro del mismo museo, me fui a la cafetería y tomé un rico café preparado por una simpática niña que trabaja en el área de turismo en todo Bolivia, conforme a las demandas laborales, de nombre Fabiola cuya espontaneidad y alegría representaban muiy bien a su patria.
Cuando me iba de Potosí vi entre los cerros una caverna con un porton de hierro negro cerrado con cadenas gruesas y viejas, me dijeron que era "La Cueva del Diablo". Me acordé de tantas cosas, del tío de los zocavones, del diablo, del dios de la plata, de las muertes, de la historia, nuestra historia americana...
Marcelo... Muy lindo viaje el que has realizado... y aprovechando esta entrada de Potosí, recordando asimismo mi experiencia particular en esa hermosa ciudad, donde no es posible dejar de viajar por los últimos 500 años al ver semejante e imponente cerro, a cuyos pies se tejen esperanzas de muchos y desesperanzas de tantos otros, te cuento que, estando en la plaza de Armas, con un frío penetrante y lluvia de iguales características, hablando con un descendiente indígena de la selva de Santa Cruz, ante mi pregunta de si no tenía frío, me respondió: "Mi sangre es de bronce. El frío no me mata, me matan los españoles"... Abrazo grande, muy bueno el blog, y por si no recordás quién soy... Soy Luis, uno de los dos mochileros que llevaste desde La Caldera hasta Tilcara, yendo vos al encuentro de escritores... Saludos!!!
ResponderEliminarSi te recuerdo amigo, junto a tu camarada, gracias por el aporte y aun extraño ese viaje lleno de mates y conversaciones, de horizontes y planes, de aventuras por venir... Gracias hermano.
ResponderEliminarDe nada, y gracias a vos!... Abrazo grande!!!
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