A veces, muchos de los escritores y en especial los poetas, tenemos esa sensación de que para llegar al corazón del público, nos
falta algo. Algo que nos inserte en lo popular o folclórico. Algo para que el
pueblo se apropie, lo haga suyo, lo acune en su garganta, lo repita hasta
internalizarlo, darle vida y al mismo tiempo extraviar de la memoria a su
autor, porque la obra ha dejado de ser suya para ser parte de la propiedad
cultural del pueblo. Ese algo, que a veces falta, es indudablemente la musicalización
obligada a las letras paridas en la inspiración primero y construidas luego, en
el trabajo que pule la roca y armoniza el alma.
Juan Ruíz jamás tuvo ese problema.
En su formación autodidacta, con el tiempo, después de ejecutar y cantar temas
del repertorio de la Música Popular Argentina, se consagró como un excelente
cantautor que fue alcanzando fama a medida que pulsaba su guitarra y entonaba
su tranquila voz. Juan Ruíz hacedor de poemas que volaron al cielo desde el
pentagrama callejero de su querida Villa Soledad. Juan Ruíz, poeta del pueblo,
músico de barrio, cantor de los que menos tienen…
“Aquí manda la
pobreza, mi país es un lugar
gobernado por aquellos
que no saben dónde
van…”
(Extracto de la chacarera “La Silenciosa” de
Juan Ruíz)
Su nombre es Juan Pablo Ruíz. Juan Pablo en
honor al Papa Juan Pablo II. No le gustaba el “Pablo”, porque lo relacionaban con Pablito
Ruíz. Y no quería usar un nombre que ya era famoso, con la humildad del chango
de barrio, se hizo llamar Juan Ruiz a secas. Hijo de laburantes que supieron
pelearle a la vida: su mamá, Mirta Martínez, dedicada a la crianza de sus
hijos, mientras su padre, amasó todas las noches el pan que aún vende en su
panadería. Y siempre, en sus ratos de noble ocio, canta acompañándose de su
guitarra…
“Recuerdo a mi viejo
cantando
Por él una zamba
escuchar
Su voz en el viento
Y su guitarra templar.”
(Juan Ruiz – Extracto de “Canto Salteño”)
Juan, su hermana María José y su mamá Mirta
Estudió siempre en la Escuela Normal de Salta,
donde nacieron muchos artistas del canto, la música y las letras. Allí sus
compañeros, maestros y profesores aún recuerdan como se destacaba en el coro y
cantando en los actos del calendario escolar. A los 16 años se le dio por
aprender a tocar la guitarra, igual que su padre, largándose solo por ese
hermoso camino de la música. Se compraba libros de aprendizaje de guitarra,
aprendía en clases por internet o buscaba la ayuda de algún profesor
particular. Supe que el talentoso Ale Uriona le enseñaba los secretos del
charango y en algún momento Sandra Aguirre bajaba como siempre humilde desde su
fama y le enseñaba canto. Así se hizo. Sin derroches y ajustándose al bolsillo…
con la alegre atención de quienes pudieron conocerlo.
Pronto se hizo amigo de otros músicos y de
estas relaciones iba ganando escenarios y seguidores de su sentida producción.
Pero Juan Ruíz no tocaba en todos lados. No le gustaba cuando el auditorio se
encontraba distraído en otras cosas y conversaba mientras él presentaba sus
obras. Por eso, casi siempre desechaba los pubs de La Balcarce, incluso las
reuniones de familia, en fiestas de cumpleaños o casamientos, donde el reducido
público se había reunido por otros motivos y no por el canto mismo y su cantor.
Muchas veces acompañó presentaciones de libros y estuvo en escenarios tales
como la Casa de la Cultura de Salta. Es que Juan Ruíz no fue el que canta para
los bailes, fue un trovador, un mensajero crítico, un observador de la realidad
socio cultural que transmitía sus ideas y enviaba sus mensajes a través de su
incisivo canto. Por eso es que necesitaba una sala atenta, un público que
mastique el mensaje, decodifique en un canal abierto a la comunicación.
Que difícil se me hace no anticipar el final de
este artículo… y eso se nota en los tiempos de esta lectura, donde he mezclado
el pasado con el presente, al borde de lo que se deja de entender… Pasados ya
los 30 años de edad, Juan le dijo a su madre que en las mañanas, al desayunar,
notaba que le costaba pasar el primer bocado, fueron al médico quien les dijo
que podría ser acidez producto de una gastritis; pero al seguir con el problema
le realizaron una endoscopía y la correspondiente biopsia que arrojó como
resultado un inesperado y temible tumor en el esófago. Vinieron el viaje a
Buenos Aires, las quimios, los rayos, las operaciones, hasta que un 20 de mayo
del 2013 entra en coma, manteniéndose en ese estado por espacio de dos meses,
hasta el 30 de mayo en que se produce su deceso.
Tenía apenas 32 años de vida y había registrado
17 temas en SADAIC y compuesto más de 50 canciones. Mimado por el maestro Lito
Nieva a quien le dedicó un trabajo suyo y querido y respetado por Sandra
Aguirre… y por todos cuanto pudieron conocerlo y escucharlo. No grabó nunca su
repertorio musical, pero su agradecida y honrada familia, en su memoria, le
grabó un compacto con varias de sus creaciones, repartiéndolo gratuitamente a
todos quienes fueron a la casa del artista Andrés Américo Gauna, en Villa Soledad, donde se hizo un
acto en su memoria. También, este artista plástico amigo de Juan, trabaja
en un mural a su honor en una esquina cerca de la cuadra donde vivía nuestro
homenajeado…
Que sirva este homenaje biográfico para todos
aquellos que quieran saber quien fue Juan Ruiz, ese chico de barrio que llegó
tan lejos… que solo vuelve en la memoria que debemos guardar y que por siempre
su sonrisa se nos presentará al escuchar los acordes en un trovar de guitarra sobre
el vapor de los mates pensativos de las tardes salteñas…
Los temas registrados por Juan Ruiz son:
A DON LITO NIEVA (Zamba)
ADIÓS TE DIGO (Chacarera)
AIRAMPO (Canción Folclórica)
APENAS UN SUSPIRO (Gato)
CARNAVAL DE MI TIERRA (Huayno)
CON PENA EN EL CORAZÓN (Coplas)
HERIDA TU ALMA (Zamba)
LA ARGANERA (Zamba)
LA INCONCLUSA (Chacarera)
LA VOZ DEL VIENTO (Huayno)
NADA QUEDA (Zamba)
PURO CUENTO (Chacarera)
PUÑADITO DE ARENA (Huayno)
RAZON DE MIS DESVELOS (Zamba)
SILENCIOSA (Chacarera)
TIEMPO AL TIEMPO (Chacarera)
TRAS SU HUELLA (Zamba)
Juan era un ángel...permanece con nosotros, en nuestros corazones, en nuestra alma, los que tuvimos el privilegio de conocerlo
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