-Pssst!!
Eeehh!! Gordooo!!
-Cómo
gordo? Cuántas veces debo decirte que me llamo Sopena?
-Bueno,
discúlpame gordito, no te lo diré más.
-Uuuuuyyy
Dios!! En fin, que deseas? Por qué me llamas? Apura que tengo cosas que hacer.
-Sí? Cómo
cuáles?
-Mmmm… tú
sabes, mi querido “20”, que en mi interior hay miles de acepciones españolas.
-Viste?? A
ti no te gusta que te digan gordo, pero me llamas “20” a secas.
-Te lo digo
con cariño. 20 Mil Leguas de Viaje Submarino.
-Chéee!!
Qué pasa ahí al fondo?? Por qué tanto alboroto??
-Nada
enano, no pasa nada.
-Ahhh
nooo!! Ahora sí que pasa!! Cómo enano?? Yo soy Lerú, el famoso Resumen Lerú.
-Bueno, ya
te agrandaste como los veinte hermanos Tesoro de la Juventud, que desde que
Borges los mencionó en uno de sus cuentos andan que no caben en sí mismos…
jajjajajja.
-Pero eso
fue hace un montón de años!!
-Y claro.
Saben una cosa? Cuánto hace que no nos pegan una hojeada? no se dieron cuenta?
-Cállate,
es verdad, se me parte el alma al saberlo. No sabía que les pasaba a todos…
-Y usted narrador…
Qué nos cuenta?? Hasta ahora no metió la cuchara para nada…
Quedé
absorto. No podía creer lo que escuchaba. Libros hablando! Tendría que haberlo
sabido de antemano ya que soy omnisciente.
Los libros abandonados en el oscuro rincón de la biblioteca principal de la
ciudad, parecían sentirse frente al cadalso, o más precisamente frente a la
hoguera. No importaba que a ese sector le hayan llamado “El Tesoro”. Lo que
pasaba era que se sentían inútiles. Todos sabemos que ellos toman vida a través
de la lectura y hacía mucho que no tomaban vida. Ahí estaban reunidos,
deliberando, los coloridos Lo Sé Todo
con sus pálidos primos Lo Sé Todo de
América, los Quillet, el inmenso Larrouse Ilustrado para Niños, Chico Carlo,
Platero y Yo, Shunco, Mi Planta de Naranja Lima, Agüita Clara, El Árbol que
Canta, Señorita Raquel, las suculentas Tablas
de Logaritmos, las esqueléticas Tablas
de las Operaciones Matemáticas, los aguerridos: Sandokan con Los Tigres de la
Malasia, El Pirata Jeireddin Barbarroja, James Brooke el Rajá Blanco de
Sarawak, Sherlok Holmes desde Relato
en Escarlata hasta su Archivo, con
los relatos fundamentales de su inefable amigo el doctor J. H. Watson. También El Fierecillo Domado, Boquitas Pintadas,
Decamerón, Las Mil y Una Noches. La Ilíada y la Odisea, Cuentos de la Selva,
etc., etc., etc.
Eran
muchísimos y al principio no se entendían. Habían inflado en silencio sus egos
y les costaba mucho, como quien dice “bajar el copete”; pero en algo
coincidían: ninguno deseaba entumecerse en los estantes sin que le aireen sus
hojas de vez en cuando.
-Así se
habla narrador!!
-Cómo que
así se habla?? A mí no me nombró y hace un montón que estoy en la discusión. Acaso
no puede decir Recuerdos del Futuro?
-Listo, Ya
te mencionaste. Contento?? -“Chiii”
contestó el ofendido.
-Bien,
pasado este retraso. Señor narrador, aunque carezcamos de lectores, quiero que
explique que la Revolución de los Libros Olvidados ha comenzado en este mismo momento.
Bien,
continuemos… A fines de que no haya problemas “de cartel”, los libros habían
convenido en llamarse “Camaradas Revolucionarios” en vez de usar sus nombres
originales. Por ejemplo El Ingenioso
Hidalgo Don Quijote de la Mancha, a partir de ese momento pasaba a llamarse
Camarada Revolucionario. Lo mismo pasaba con Las Aventuras de Huckleberry
Finn, La Biblia, El Profeta, El Principito y Juan Salvador Gaviota y tantos
más.
El proyecto
revolucionario consistía en cambiar radicalmente la realidad planteada y, la
única forma de hacerlo consistía en huir de aquellos estantes y largarse al
interior a visitar los pueblos y parajes alejados de la ciudad donde, conforme
todos coincidían, las posibilidades de lecturas eran escasas y gracias a esa
avidez por leer, ellos se encontrarían de nuevo con la vida llena, al entrarle
el aire fresco en sus comprimidas hojas.
Pero cuando
todo estaba dicho y el proceso revolucionario empezaba su marcha, ocurrió lo
inesperado… también se plegaban a la revolución los nuevos libros, los más
buscados y los “best sellers”, todos, todos… La Ruta del Marfil, Camino Cansado entre Cuerpos, Edel: El Libro de
Once Puertas, Fuga en Otro Intento, Piedrapalabra, Mientras No Digas Te Quiero
y tantas otras. La biblioteca entera abrazaba el espíritu revolucionario. Todos
eran Camaradas Revolucionarios.
-A ver,
Camarada Revolucionario, escriba lo que la Revolución le va a dictar.
-Si
Camarada Revolucionario, dicte nomás.- Contestaba un libro de estenografía Kapelusz.
-No, Usted
no Camarada Revolucionario. A usted no lo van a entender, al que está al lado
si.
-Dicte
Camarada Revolucionario!! –dijo sacando su pluma el viejo Stirling de caligrafía.
El
bibliotecario empujó la llave dentro de la cerradura, dio dos vueltas a la
misma como lo hacía todas las mañanas. En el trayecto desde su casa hasta la
biblioteca iba pensando en abrir la caja que había llegado la tarde pasada con
nuevos libros. Le intrigaba saber su contenido… Al principio no se dio cuenta;
pero a medida que avanzaba hasta su escritorio, pudo observar que los estantes
atrás del mostrador se encontraban casi vacíos…
-Ohhh
nooo!! Nos han robado.
Se desplomó
en la silla, tomándose la cabeza con las manos. Tenía que llamar a la policía y
lo haría inmediatamente… Cuando abrió sus ojos vio la carta acomodada ante su
vista…
Con sus
hojas despeinadas por el viento, agazapados a las barandas del carro-libro iban
los “Camaradas Revolucionarios” tras una nueva aventura. Y yo con ellos…
-Bieeen narradoooor!!!
Iúuuuujúuuuuu!!!
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