domingo, 4 de abril de 2010

LAS COMADRES (PRIMERA PARTE)

Tengo un amigo, (porque no me gusta decir "tuve" aún cuando éste se haya apurado en partir del mundo de los que a duras penas sobrevivimos), que compartía conmigo muchas horas de conversación y de investigación sobre la historia y la cultura de Anta, más precisamente de la zona de El Quebrachal, en la Tercera Sección. Yo me encerraba buscando documentación y él, en libertad, se entrevistaba con los más viejos del pueblo. Yo me iba a lo remoto de la historia y el se remitía a la reciente, quizás la más vulnerable y tendiente a desaparecer por la siempre presente falta de memoria de los pueblos y sus gentes. Un día de mayo del año 2000 me entregó una serie de artículos suyos con una dedicatoria firmada que díce así: "Para el amigo Marcelo Agüero Urquiza, un curioso e investigador de las cosas de nuestra zona. Ángel López Conchillo." Hoy publicamos un relato escrito en El Quebrachal (Salta), el 7 de mayo de 2000...

"LAS COMADRES" (Primera Parte)
por Ángel López Conchillo.

El aparato de música desgranaba la melodía de una zamba. La cumpleañera, una niñita de seis años, lucía ante sus invitados las dotes de precoz bailarina. En el patio a esa hora, eran las nueve de la noche, el frío se hacía sentir con mucha intensidad. Yo me encontraba en esa fiesta por la invitación de la misma dueña del cumpleaños que me había recomendado no dejar de ir. Era un domingo de agosto y tanto chicos como grandes disfrutábamos de esa reunión. A esa hora, las nueve de la noche la fiesta iba tocando a su fin.

Me dirigí a la cocina para agradecer a los dueños de casa el haberme permitido compartir unas horas llenas de chicos y de alegría, y despedirme de los presentes.

Cuando salí a la noche, mis ojos tropezaron con la incipiente luna nueva. Al mirarla recordé lo que me había enseñado mi padre y, siguiendo esa ancestral costumbre, busqué encontrando en mis bolsillos una moneda de un peso. Y elevando mi brazo hacia su cara, le mostré la misma y en silencio repetí: "Mama luna, mama luna, dame tu fortuna, yo te doy la mía, vos dame la tuya".

Luego, una vez más por ese camino recorrido tantas veces, inicié el regreso a mi casa. El edificio del colegio me resultó más oscuro que  nunca, al cruzar por la canchita de basquet, sin proponérmelo, mis ojos se dirigieron hacia la carnicería ahora propiedad de la señora "Cuca" viuda de "Joselín". Acomodé mis recuerdos y trasladé ese negocio a orillas de las vías, a la vieja carnicería que atendía "Joselín" López y, me pareció ver, regresando de la nebulosa de los tiempos a doña Cleta Galván, Lolita Gómez, Atanacia Cejas, Reyneria Frías, Isabel Calermo, "Vica" Cejas, a Abdrea Lescano y a muchas otras que acudían a ese negocio para sacar la carne para sus hombres que trabajaban en la firma "González y Torino". Eran épocas de ocupación a pleno, eran épocas en donde la plata era reemplazada por por los vales que servían para el baile, sacar mercaderías, comprar remedios, etc. Llegaban trabajadores de la provincia de Santiago del Estero para la cosecha del arroz, para cosechar garbanzo o para los desmontes, todavía no habían irrumpido en nuestros montes las topadoras, los campos se hacían a hacha y la leña se utilizaba en la quema del carbón para Altos Hornos Zapla. Pensé en la rara virtud que poseía "Joselín" para mantenerlas contentas a todas esas clientas que por lo general estaban apuradas para volver a sus casas, pero estaba la broma justa, algunos piropos de esos que dicen los carniceros; la cuestión era que rara vez esas señoras se disgustaban con quien compartían casi desde siempre mañanas llenas de afecto y cariño.

Al evocar el nombre de esas mujeres, recordé la fiesta de "Las Comadres" que se realizaba el jueves anterior al inicio del carnaval y que las tenía a ellas como animadoras principales de estas costumbres. Muchas veces quise, por lo vivido esa noche de agosto, escribir acerca de "Las Comadres". Yo asistí a varios recibimientos de "Las Comadres", pero necesitaba saber no tan solo por curiosidad, cual era el origen de esta fiesta, sus razones de ser, que significaba el "Acompañamiento de Las Comadres", sus coronas de masa, sus coplas, etc.

Pasaron los meses y un día conversando con un amigo, me prometió que buscaría la persona quien me informara sobre la "Fiesta de Las Comadres". Corría el mes de febrero y una tarde de bastante calor, me vinieron a buscar para encontrarme con este señor que me podría al tanto sobre el tema. La sombra de un algarrobo centenario fue el lugar que eligió para decirme de entrada nomás, que se alegraba por encontrar a alguien que se interesara por estas cosas. Me dijo "mirá hoy los jóvenes y no tan jóvenes, a todas estas cosas no le dan importancia, por eso me alegro que vos, que me contaron que tenés un programa de radio, difundas todo esto que poco a poco se va perdiendo". Le agradecí estos consejos y entramos en tema.

Comenzó diciendo que el comadrazgo y el compadrazgo tiene su origen en el Asia central y el norte de África. Fue introducida en Europa por los romanos y luego en América a través de la colonización. Las comadres y los compadres son una institución mítico religiosa con fundamentos sociológicos y desde el punto temporal comuenza dos semanas antes del carnaval. Primero se reciben los compadres y a la semana, es el recibimiento de las comadres.

Este recibimiento servía para terminar con las recillas entre clanes, vale decir se evitaba conflictos entre las familias. Estas antiguas costumbres fueron fomentadas por nuestros sacerdotes y se ha convertido en nuestra religión católica en una institución paralela a la familia legítima.

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