domingo, 4 de abril de 2010

MALAS TENDENCIAS DE NUESTRA JUVENTUD

Pongo a consideración de los lectores un artículo publicado en el periódico "La Reforma" (Año VIII, Nº 685), con Oficina y Redacción en calle Libertad 228 de Salta, el día sábado 11 de marzo de 1882


MALAS TENDENCIAS DE NUESTRA JUVENTUD


Un periódico de Tucumán llegado por el último correo, nos cuenta lo siguiente: Que son once los jóvenes que concluyeron sus estudios en el Colegio Nacional de esa ciudad y que nueve continúan su carrera habiéndose marchado ya a Buenos Aires. Las carreras adoptadas son las siguientes con designación de cada alumno:


- JOSE FRIAS – Leyes
- ALBERTO PADILLA- Leyes
- EULOGIO NAVARRO – Ingeniería
- ADOLFO KAVAVENANT – Ingeniería
- FORTUNATO MARIÑO – Medicina
- ANTONIO VIDAZ – Medicina
- JUSTO COLOMBRES – Medicina


Suman dos futuros abogados, dos futuros ingenieros, y tres futuros médicos.


Del Colegio Nacional de esta ciudad son doce los que dieron sus últimos exámenes y siguen carrera en la Universidad de la Capital. He aquí sus nombres y las profesiones elegidas.


- ANGEL BURELA – Leyes
- LUCIO CASTILLO- Leyes
- FACUNDO ARAOZ –Ingeniería
- MARIANO LINARES – Leyes
- JORGE OVEJERO – Ingeniería
- JOSE PAULUCCI – Leyes
- MIGUEL SALVA – Ingeniería
- RICARDO ARAOZ – Leyes
- FORTUNATO SOLA – Medicina
- JOSE BUSTAMANTE - Leyes


Los jóvenes JULIO ARIAS y OCTAVIO SOSA, aún no han resuelto. Continúan sus estudios. Suman por consiguiente seis futuros abogados, tres futuros ingenieros y un futuro médico.


No tenemos datos de la juventud que habrá salido de otros colegios y tomado matrícula en las universidades de Córdoba y de Buenos Aires. Barruntamos si, que la cantidad ha de ser fuerte y que subirá por lo menos a dos centenas. Si esta masa de alumnos obedece el mismo espíritu y las mismas tendencias que dominaron a los de Salta y Tucumán, tendremos el resultado de que las carreras de Leyes y de Medicina sobrepujan a las demás en una proporción enorme. A la vuelta de cinco o seis años aquellas Universidades devolverán a las respectivas Provincias y a la Patria mui pocos ingenieros, pero si una considerable y brillante pléyade de abogados y médicos.


Agregaremos a esta generación de estudiantes, las de años anteriores, que están formándose y que marcaron una decidida inclinación a la abogacía y a la medicina y fácil será preveer que a este paso en cada vuelta de esquina habrán abogados y médicos a pares.


¿Es esto un bien, un progreso bien entendido, una promesa de bienestar y de felicidad para las familias, para el país y para los mismos facultativos “ in utroque labore”?


Pensamos lo contrario y que nuestra juventud está siendo víctima de alucinaciones contra las que es preciso reaccionar, debiendo ser los iniciadores de esta reacción los mismos padres de familia. No hai porvenir para tanto médico y para tanto abogado. Los pleitos y los enfermos no se han de multiplicar como los panes y los peces del Milagro de la Biblia. Y faltando la clientela, el trabajo y los honorarios, que harán de su ciencia y de sus esperanzas nuestros cicerones y nuestros Hipócratas?


Indudablemente se embarcarán en la nave de la política, hojearán el libro del presupuesto y saltarán a tierra donde se presente un empleo bien rentado. El país perderá con esta evolución. Lo que menos necesita es colaboradores en este sentido, le sobran y le enferman.


Los célebres Batallones de Rifleros con que Tejedor se alzaba en guerra contra la Nación, para adueñarse de ésta y de su presupuesto, eran compuestos de abogados y de médicos sin clientela.


Lo que necesita el país son ganaderos, agricultores e industriales de toda especie. Aquí está el porvenir, aquí está la fortuna y el bienestar. Y basta echar una rápida ojeada sobre toda la República, para advertir inmediatamente que las posiciones más holgadas están representadas por los hombres que se dedican al cultivo de los campos, a la cría de los ganados y a las diferentes explotaciones de la industria y del comercio.


La riqueza está en manos de estos hombres.


Los abogados y los médicos brillan por sus talentos, pero no por sus pesos. Y como la vida debe considerarse bajo la faz de un positivismo neto, es lógico deducir que nuestra juventud anda equivocada al desviarse de las profesiones y ocupaciones que encaminan a esa deseada riqueza. Hacemos votos porque los padres de familia den a sus hijos otras direcciones que la de la abogacía y la medicina.


José Antonio Gutiérrez
Jagutierrez02@yahoo.com.ar


Nota:¨Los errores de ortografía son propios del artículo”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario