No pretendo dictar cátedra de conocimientos de este deporte, que según dicen: “es pasión de multitudes”, ni tampoco llegar a la altura de Lalo Pelicciari, Fioravanti, Ricardo Lorenzo (Borocotó) o de Víctor Hugo Morales, pretendo tan solo charlar recordando épocas pasadas. Comenzaremos por describir “la redonda”, que tiraba a ovalada, tenía una abertura por donde se introducía una cámara de goma con un largo cuello, llamado pico, por donde se inflaba, luego mediante un doblez, se procedía cerrar anudándole un piolín, como si fuera una “Bombucha” de carnaval, el paso siguiente consistía en cerrar la abertura. Con un objeto similar a las agujas de coser bolsas de arpillera para el maíz que llamaban abrochador, cerraban la boca de esta bolsa de cuero, con una cinta del mismo material, quedando como el cierre de una zapatilla con cordones. Lo malo era cuando sobraba cinta y de ahí en más “salva tu alma”, te llegaban a pegar un pelotazo con la abertura, que no era hermética y “te rayaban la carrocería”, y si el sobrante de la cinta te golpeaba: era un latigazo. Más de una vez la pelota salía enloquecida por el aire, al desatarse el piolín y desinflarse la “ovalada”. El tiempo las llamó al olvido al aparecer las “superbol”. El problema era cuando se pinchaban, para estos menesteres estaba el zapatero del barrio, que descociendo “los gajos” de la pelota, curaba el pinchazo con el pegamento que usaba en su taller.
El ingreso al futbol oficial se iniciaba en una división que le llamaban quinta, según la edad iban subiendo, a cuarta común, cuarta especial, aquí ya comenzaban “a pintar” para primera, existían dos divisiones intrascendentes: La tercera, donde los muchachos eran maduritos además de “rechonchitos” y otra que llamaban “reserva” donde ponían a los “pataduras” que fracasaban y la primera que era para los consagrados. Los campeonatos liguistas se dividían en dos grupos, Primera y la Intermedia, los que ahora llaman “A” y “B”, vale decir que los de Intermedia, pretendían ascender a la “A” y el cola de la “A”, descendía a esta división. Pero estos campeonatos eran tan solo para esta categoría, desde la cuarta para abajo era un solo certamen para todos. No se imaginan el interés del ”changuerío” de aquella época por saber si jugaban o no, para eso había que leer El Intransigente que publicaba en “letras de molde” el nombre y apellido del pequeño jugador que lo citaba su club. De esta tarea se ocupaba una persona que las oficiaba de entrenador y que le pusieron el “rotulo” de Encargado, este personaje por lo general “reclutaba” los chicos del barrio para probarlos en la quinta. Recuerdo algunos que conocí por aquellos tiempos, Tinte de Comercio, Costello en Central Norte, Alfredo Agustinucci en Federación, Gudiño en Gimnasia.
Pero retrocedamos en el tiempo, cuando la Liga tenía su sede en la esquina de Zuviría y Av. Belgrano, viví en la década del 40, frente a la Liga y los días de reunión que se realizaban en horas de la noche, algo que el tiempo lo fue borrando, los simpatizantes en número considerable se agolpaban en las puertas de la sede liguista. Después cambiaron de domicilio: A Belgrano y Deán Funes, siguiendo por Ituzaingo primera cuadra, hasta la actual en Deán Funes, creo que fue un trueque entre el Club Libertad y la Cancha de propiedad de la Liga, en las cercanías del cementerio.
Siendo niño, mi madre me hizo socio “cadete” de Juventud Antoniana, aún conservo el ticket de socio Nº 32, abonó 0,50 $ por el mes de marzo de 1944,cuando los “santos” cerraban su cancha con una enorme arpillera que rodeaba la cancha: y su famosa delantera de Arancibia, Di Marco, De La Cuesta, Contreras y Regis.
Y vamos terminando con este recuerdo del “fulbo”, cuando compartimos un almuerzo con el presidente de AFA, el Dr. Cantilo, en un reductor Federal, en la calle Rivadavia cerca de la maternidad. Vino a Salta, el máximo dirigente de AFA, estaba en preparativos del Mundial ‘78, la liga era presidida por el Dr. Héctor Carusso -amigo personal y compañero de estudios en el Colegio Nacional del suscrito- En este casa funcionaba un simpático bar, de reuniones de fin de semana, viernes de truco y sapo, sábados de amables reuniones barriales y domingos para el “vermú” dominguero con empanadas, estas fueron el motivo de la visita del Dr. Cantilo. Las artesanales empanadas de la señora de López habían trascendido los límites barriales y, los directivos de la Liga, decidieron agasajar al ilustre visitante en este lugar que era atendido por un ex jugador de Federación Argentina: Germán López. Gran sorpresa gran, cuando llegó un emisario liguista para anunciar que los presidentes de estas instituciones y sus respetivas señoras, deseaban saborear empanadas, no podíamos creer los ”parroquianos” habitúes de este lugar, ni lerdos ni perezosos, los dueños salieron a pedir mantelería prestada a los vecinos. Terminada la empanadeada, nos invitó a que lo acompañáramos a la cancha de Gimnasia para un partido que no recuerdo. Que “Broche de Oro”
Por
JOSE ANTONIO GUTIÉRREZ
Febrero 1996- Revista La Gauchita
muito boa essa postagem, parabéns
ResponderEliminarMuito obrigado amigo meu. Foi postada pelo bioquimico José Antonio Gutiérrez, um bom colaborador de SALTA NUESTRA CULTURA.
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